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Los móviles y los adolescentes. Análisis crítico. PDF fitxategia Inprimatu E-posta
CAJON DE SASTRE - Cajon de sastre
Jose María Lozano-k idatzia   
Igandea, 2004(e)ko ekaina(r)en 06-(e)an 23:16etan
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Adolescente con teléfono

Es paradójico comprobar que los adolescentes se pasan el día colgados a los móviles y cada vez es más difícil, si no imposible, poder comunicarnos con ellos...

Cuando salimos a la calle, montamos en un autobús, vamos al cine o damos un paseo, no es raro ver a casi todos los adolescentes con su móvil en los bolsillos, charlando con una jerga especial o enviando mensajes a una velocidad que ya hubieran querido conseguir muchos psicomotricistas. Según las estadísticas de los principales operadores de telefonía móvil, cada terminal envía al día una media de veintinueve mensajes… ¡veintinueve! Este dato nos puede dar una idea de la cantidad de dinero que mueven la telefonía celular y de la realidad de la adicción a los móviles.

Los adultos solemos utilizar el móvil de forma racional, para recados cortos, para acceder de manera rápida a todo tipo de información, para estar comunicados mientras nos desplazamos, etc. Además, se ha convertido en una potente herramienta de trabajo. Pero el análisis del uso adecuado o inadecuado de los móviles por parte de los adultos no es el tema central de este artículo a no ser, y aquí todos tendremos que reflexionar, por la influencia, adecuada o no, que podamos tener sobre los adolescente.

La realidad es que la adicción a los móviles existe por parte de un gran número de adolescentes que se pasan el día, literalmente, colgados del móvil. Y ahí nuestra frustración: hemos comprado un móvil a nuestro hijo para tenerle localizado y porque muchos de sus compañeros le veían como un "bicho raro" si no lo tenía, y ahora que lo tiene tampoco podemos hablar con él porque se pasa el día con el teléfono, hablando y enviando mensajes en una jerga que, encima, no comprendemos. ¿Qué podemos hacer? Parece paradójico que los teléfonos se inventaran para comunicar a las personas entre sí y también puedan servir para todo lo contrario: para distanciarnos de ellos.

Telefonía fija-telefonía móvil

Cuando hablamos de telefonía móvil estamos hablando de un medio de comunicación con unas características bien diferenciadas. Unas la asemejan a la telefonía fija, pero otras la diferencian bien:


Libertad de movimientos. Puedes llamar desde cualquier sitio y en cualquier momento. El uso de móviles se realiza dentro de una zona de cobertura que actualmente llega prácticamente al 100 % del territorio, e incluso posibilita la itinerancia o conexión con otros operadores de otros países, con lo que el móvil tiene una cobertura casi total.

Gasto económico muy superior. Es mucho más cara que la telefonía fija y la propia libertad de movimiento favorece su uso y el gasto que comporta.

Posibilidad de envío y recepción de mensajes cortos con el uso de un lenguaje criptográfico (en clave). Poco a poco esta característica se está también apropiando de la telefonía fija. Utilizan los llamados emoticones: pequeñas combinaciones de signos que tienen un significado específico. Un ejemplo:

:-) Significa sonrisa o estar alegre.
:-x Significa beso. Etc.

Para descubrir el posible significado de estos emoticones basta con girar la cabeza a la izquierda y mirar la imagen como si estuviera tumbada: seguro que en seguida veremos los ojos (los dos puntitos), la nariz (el palito vertical) y la sonrisa (el paréntesis).

Una utilización economicista del lenguaje que hace escribir: "kmo stas ? LY :-XX ", en lugar de "¿Cómo estás? Te quiero. Besos".
Son frases sin estructura, casi taquigráficas, y que utilizan el lenguaje icónico (por medio de iconos) y las abreviaturas. Esta forma de lenguaje y las posibilidades técnicas hace que se puedan enviar y recibir correos electrónicos desde un móvil e incluso que se pueda participar en un chat.

Gran potencia comunicativa: Con mensajes multimedia, sonidos polifónicos, imágenes, pequeñas secuencias de video o la pronta llegada de la video conferencia o acceso a internet. Y fácil integración con otras tecnologías (E-mail, PDA, Blue Tooth, …)

Hay otros factores menos evidentes, pero igualmente importantes:

La presión social. Muchos jóvenes y adolescentes se ven presionados por sus grupos de referencia para tener un móvil. Se ven presionados también para tener ciertas marcas y modelos con características determinadas. Se ven presionados incluso por distintas multinacionales de diferentes productos que apuestan por potenciar el uso de los móviles: el uso de los móviles y la imagen que trasmite el ser un asiduo usuario está siendo utilizada por las agencias de publicidad como un potente reclamo para los más diversos productos.

El impacto en el ámbito educativo. Y no nos referimos sólo al análisis de su utilización como transmisor de información (conexión incluso a Internet), sino sobre todo a la problemática educativa concreta de su conveniencia o no según situaciones o edades: cuándo y cómo dejar que un adolescente utilice el móvil.

Fases evolutivas en el uso del móvil

Aunque las recetas concretas no suelen servir para todas las situaciones cotidianas, ofrecemos unas pautas que pueden y deben ser adaptadas a cada situación familiar.

Entre los 11 y los 13 años, los niños usan con frecuencia el teléfono fijo y ya son capaces de utilizar el móvil, pero carecen, normalmente, de los criterios para un uso adecuado, por eso no es conveniente que tengan uno propio.

Durante estas edades se puede dejar que hagan uso del móvil familiar pero de forma esporádica y a ser posible en presencia de un adulto: "Llama a mamá y dile que vamos a llegar tarde", "Hoy es el cumpleaños de Fulanito, llámale para felicitarle y me pongo después". Además, pueden llevarlo en situaciones extraordinarias: alguna excursión, etc. No olvidemos que estamos utilizando una herramienta que, como padres, también nos da cierta tranquilidad.


Entre los 13 y los 15 años, es la fase más complicada. Los adolescentes ya saben utilizar todas las posibilidades del móvil, muchas veces mejor que un adulto, pero es fácil caer en la adicción a los móviles. Pueden disponer del uso de un móvil familiar de una forma más asidua, pero no es aconsejable todavía su posesión. El uso del móvil podría centrarse en:

o Premio por su evolución escolar o por colaborar en tareas familiares.
o Tranquilidad familiar en salidas de todo tipo: salidas los fines de semana, salidas deportivas, excursiones, etc.
o Cuando encomendemos a nuestro hijo una tarea externa podemos hacerle partícipe de un privilegio/responsabilidad: puede llevarse el móvil si va a la compra solo, si va a buscar a su hermano menor al colegio, etc.

De todas formas, el uso de los móviles debe centrarse en unos criterios consensuados. Además debemos reservar un tiempo específico para comentar con nuestro hijo cómo lo ha utilizado y a cuánto ha ascendido el gasto. Por otra parte su uso irresponsable puede tener también sus penalizaciones. El adolescente cuenta con un móvil, pero no a tiempo completo. Puede colaborar en el gasto dependiendo del uso que haga de él, aunque normalmente los gastos corren siempre a cargo de los padres.

Entre los 16 y los 18 años, el adolescente ya puede hacerse responsable de tener un móvil (o porque se lo ha comprado con sus ahorros - los terminales pre-pago tiene un precio muy asequible - o porque se lo han regalado), pero es necesario que su uso se ajuste a las normas preestablecidas y debe hacerse totalmente responsable de su mantenimiento económico, para lo que quizás resulte más conveniente la modalidad pre-pago que el contrato, aunque también se pueden poner límites. En este sentido puede dedicar parte de su "independencia" económica al gasto del móvil para saber, y "sufrir en sus carnes", lo que cuesta mantenerlo. Los adultos podemos colaborar con él, pero dentro de la relación responsabilidad/privilegio.

Podemos hacer diversas cosas: si realiza con satisfacción una tarea encomendada podemos premiarle con una tarjeta para el móvil, con un depósito de combustible si tiene moto, con unas entradas para el cine, la 'disco', etc. El joven deberá seleccionar y priorizar según sus intereses. Actualmente existen academias que incentivan a sus alumnos con puntos que canjean por tarjetas para móviles, según los resultados obtenidos.

Los padres tenemos que estar informados del uso/abuso que se da al móvil y tomar las medidas que consideremos oportunas. Existen padres que, después de una traumática experiencia, han decidido no dejar que su hijo tenga móvil. Puede ser una respuesta muy radical, pero su intención, por paradójico que parezca, es la de potenciar la propia comunicación y evitar el "despilfarro" injustificable. No sería traumático, en este sentido, limitar el uso del móvil o guardarlo sólo para esas ocasiones en que los padres lo consideramos necesario.


La utilización del móvil debe cernirse a unas reglas claras, asumidas y consensuadas. No tiene sentido que el móvil sirva para aislar a la persona que lo utiliza de la gente que le rodea, con el pretexto de acercarle a los que tiene lejos. En el apartado de consejos prácticos se exponen algunas directrices generales que pueden servir como punto de referencia a la hora de decidir cuándo dejar que nuestro hijo utilice el móvil y cómo descubrir que está preparado para hacer un uso adecuado.

Las reglas para utilizar el teléfono móvil se marcarán según las edades, y se deberán analizar cuáles son los momentos o situaciones en los que su uso es adecuado y cuál es el nivel de madurez de nuestro hijo para hacerle partícipe de nuevas responsabilidades que pueden conllevar nuevos privilegios: es una dualidad de equilibrio entre nuevas responsabilidades y nuevos privilegios que encamina a nuestros hijos hacia una autonomía total.

Las posibilidades de comunicación y de ocio que ofrecen los móviles se utilizarán siempre que no nos separen de la gente que nos rodea. De la misma forma que puede ser una herramienta útil, puede también ser una herramienta que aísle y cree adicción. Su utilización debe hacerse dentro de un contexto de autonomía responsable y sólo tendrá sentido si enriquece otras herramientas de comunicación.

 

Revista INTEFP

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