Felipe II se hizo cargo de la monarquía hispánica en 1556, tras abdicar Carlos I. El emperador Carlos, tras muchos años de guerras victoriosas, pudo darse cuenta de que vencer las batallas no significaba convencer al enemigo, y eso fue claro en el caso de los príncipes alemanes. Cansado de tanta lucha prefirió retirarse al monasterio de Yuste (Cáceres) donde pasó los dos últimos años de su vida. Falleció en 1558.
Felipe II heredó de su padre un gran imperio, pero no tuvo el título de emperador. Posiblemente su padre comprendió que el título le traía problemas más que otra cosa, y aconsejó a su hijo que se ocupara principalmente de los reinos que comprendían la monarquía hispánica.
Su vida, su política interior, y su política exterior, pueden dar buena idea de la historia de la monarquía hispánica en la segunda mitad del siglo XVI.
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