La concepción de que el hombre es el centro del universo, produjo un cambio esencial en las funciones del arte, dirigido en la Edad Media a servir a una sociedad en la que Dios era el centro, y que producía obras artísticas para la Iglesia. Esta era la gran cliente de los artistas medievales. Los cambios de mentalidad del Renacimiento hicieron a los hombres ricos, los principales clientes de los artistas. Les llamarán para construir sus palacios o mansiones, y para decorarlas interiormente. Muchos de estos hombres ricos no eran solo clientes, se convirtieron en patrocinadores o mecenas de artistas: “Las donaciones las hago porque me place, porque honran a Dios, porque enriquecen mi ciudad y porque me honran a mí mismo” Palabras de un rico hombre de Florencia hacia mediados del siglo XV.
La búsqueda de la fama por diversos medios y el deseo de ganar gloria, prestigio y poder, no solo afecta a los clientes de los artistas, sino a los propios artistas. Hasta el Renacimiento las obras de arte solían ser anónimas, obra de maestros artesanos que trabajaban en un taller. A partir de este momento se encuentra la figura del artista individual, con nombre destacado. Las grandes catedrales medievales son la obra de maestros albañiles, los edificios que se construyen en el Renacimiento son obra arquitectos, con nombre y apellidos.
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