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Ciudades de otros ámbitos siguieron el ejemplo, y utilizaron la muralla para defenderse de los temibles invasores vikingos, húngaros o sarracenos, cuyas invasiones fueron el terror de Occidente entre los siglos VIII y XII. Cuando hacia el año 1000 Europa presenciaba el final de una etapa en la definición de su mapa político, el miedo a nuevos invasores comienza a desaparecer. Pero las murallas no desaparecen, al contrario cobran un nuevo sentido y reciben un impulso paralelo al del renacer urbano que se produce en todo el espacio europeo entre los siglos XI al XIII. |
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partir de ese tiempo la muralla adquiere aún más fuerza y sentido;
se convierte en el elemento más destacado del espacio urbano, junto
con la catedral. Su aspecto estático, esconde el dinamismo de su función
e incluso su movilidad. En los últimos siglos medievales se erigen
murallas más robustas, al tiempo que se amplia su perímetro, con el
fin de defender a los ciudadanos en tiempos en que el autoritarismo
regio enfrenta al monarca con diversos grupos de la nobleza, y varios
países son sacudidos con terribles guerras civiles. Esa tendencia
continúa a partir del Renacimiento, las nuevas técnicas militares
y los avances artilleros tienen su inmediato correlato en las modernas
fortificaciones ideadas por los ingenieros. |
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