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En Internet los sujetos, objetos e instrumentos pueden estar muy lejos entre sí, las actividades ya no necesitan necesariamente de una proximidad física. Se crea un nuevo espacio de interacción sustentado por una topología reticular, la Red, donde lo importante es tener acceso a los nodos de la información. Recordemos que en las sociedades natural e industrial, los seres humanos actúan en un recinto, dotado de un interior, un exterior y una frontera.
En Internet, estas condiciones dejan de ser únicas e incuestionables. Estaríamos ante un espacio comprimido, que no tiene en cuenta las distancias ni la tridimensionalidad de los objetos, un espacio que deja sin sentido las coordenadas geográficas y las convenciones de grafos. Se establece un entorno desterritorializado, sin fronteras terrestres, cuyas formas políticas, militares, económicas y culturales son transnacionales y ponen en quiebra las condiciones del Estado Nación.
No obstante, también en el espacio digital se levantan muros. Algunos signos denotan una cierta resistencia a la anulación de las fronteras. El más llamativo es el de las jurisdicciones nacionales que comienzan a limitar el acceso de los ciudadanos a algunos contenidos de la Red. Bien conocido es el caso del juez francés Jacques Gomez quien, en otoño de 2000, ordenó al sitio de Yahoo impedir a los residentes franceses el acceso a recuerdos nazis subastados en la Red. |
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