La crisis de los siglos XIV y XV se desencadenó de forma peculiar en los distintos territorios del Occidente europeo. La corona de Aragón, que comprendía en aquella época el reino de Aragón, el reino de Valencia y el condado de Barcelona (durante algunas décadas también hubo reino de Mallorca), padeció la crisis con cierto retraso en relación con otros estados feudales europeos. La crisis empezó a manifestarse hacia el tercer o cuarto decenio del siglo XIV, cuando comenzaba su reinado Pedro IV el ceremonioso (1336 y 1387). Este monarca tenía como objetivo al iniciar su reinado incrementar el poder regio, como lo estaban haciendo el rey castellano y otros soberanos europeos de su tiempo. Sin embargo, Pedro IV tuvo que hacer frente a tantos problemas y tantas guerras, que tuvo que olvidarse de ese objetivo y hacer frente a las necesidades que surgían de esas guerras, la más fundamental conseguir el dinero necesario para pagarlas. De ahí que podría decirse que su obra más importante fue la definición de la fiscalidad, primero de la municipal y luego de la estatal. Las guerras costaban muchísimo dinero y el rey tenía que sacarlo de impuestos indirectos y directos.
La política fiscal, consecuencia de la política bélica, fue responsable en buena medida de la creación de una de las instituciones de los reinos de la corona de Aragón: la Diputación del General o Generalitat. Pero en estos siglos de la Baja Edad Media se reestructuraron algunas de las instituciones existentes en la Corona: las Cortes, el Consejo Real, la Cancillería Real y la Audiencia Real. Estas instituciones funcionaron de manera peculiar, y junto con el pactismo dieron carácter singular a las formas políticas aragonesas. |