Aunque el rey Pedro IV tuviera como objetivo lograr una mayor autoridad del monarca, en sus reinos se impuso el pactismo. Esa forma política consistía en un pacto entre el monarca y los súbditos, que llevaba a una solidez de las instituciones, en concreto de las Cortes y de las Diputaciones del general. A su vez, la fórmula significaba un pacto de respeto entre todos los territorios que integraban la corona, que mantenían su diversidad institucional. Así cada uno de los reinos tenía sus Cortes y su Diputación. Era un régimen confederal, que permitía gran autonomía a cada uno de los territorios. El rey era el primero que tenía que respetar la diversidad, aunque Pedro IV consiguió imponer algunas instituciones de carácter centralista, como la Cancillería y el Consejo Real.
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