La Primera Guerra Mundial y la revolución bolchevique, dieron al cartel un nuevo papel: propaganda política y militar. La rápida y barata mecanización y la expresividad del texto y de la imagen, convirtieron al cartel en un arma propagandista que llegaba a todas partes para recaudar dinero, reclutar soldados, llamar al patriotismo, transmitir los ideales revolucionarios o justificar la guerra.