El siglo XVI es el gran siglo del arte renacentista, con una riqueza peculiar en las manifestaciones artísticas de los reinos hispánicos. La complejidad del arte renacentista queda de manifiesto muy especialmente en las obras de arquitectura, en las que se comienza a conocer al arquitecto como artista de determinados edificio. La separación de la tarea intelectual del arquitecto de la tarea manual del albañil queda de manifiesto en uno de los tratados de los arquitectos renacentistas italianos, Leon Battista Alberti, que en su De Re Aedificatoria decía: “Un arquitecto no es un carpintero o un ebanista… el trabajador manual no es más que un instrumento para el arquitecto, es capaz de completar su obra… y para poder hacer esto, debe tener un discernimiento perfecto en cuanto a las ciencias más nobles y exactas”. |