Adriano de Utrecht, Inquisidor general de Castilla y a un sobrino de su consejero más influyente, Guillermo de Croy, señor de Chièvres, también llamado Guillermo de Croy, un joven de 20 años, arzobispo de Toledo, que no vino nunca a Castilla, y del que no se conoce hiciera obra alguna de interés, tal como lo apuntaba el Padre Mariana en su Historia de España: «Guillermo de Croy, arzobispo de Toledo, falleció a 11 de enero en Alemania antes de venir a España, sin dejar en vida ni en muerte hecha cosa alguna señalable» en Biblioteca de autores españoles. Obras del Padre Mariana, Tomo II, pag. 380, Juan de Mariana, Madrid, Imprenta M. Rivandeyra, 1854
“Doblón de oro,
te guarde Dios
que el señor de Chièvres
no topó con vos”.
Tras ser aceptado en las Cortes de Castilla, Carlos tuvo que pasar por la aceptación de las cortes de Aragón y las de Cataluña, lo que no le resultó nada fácil. Las Cortes de Aragón no le reconocieron rey, junto con su madre, hasta enero de 1519, y las de Cataluña le hicieron permanecer en Barcelona hasta junio de 1519, cuando recibió la noticia de la muerte de su abuelo Maximiliano.
Maximiliano, el emperador del Sacro Imperio, dejaba vacante el trono imperial. Carlos quiso acceder a ese trono, pero se encontraba con un contrincante poderoso, el rey de Francia, Francisco I, que también deseaba ser emperador. Pero como este título era electivo, había que convencer a los príncipes alemanes electores de que votaran a Carlos. Éste se gastó una cantidad elevadísima, un millón de florines de oro, con lo que contrajo una deuda importante, de medio millón de florines con los Fugger, una familia de banqueros alemanes. La cantidad gastada le valió la pena, al menos en un principio, pues consiguió ser nombrado emperador. |