La reina Juana vino a ocupar el reino de Castilla, cuando su madre, Isabel la Católica murió (1504). En su testamento, la reina Isabel había indicado la posibilidad de que su hija necesitara de regentes para la gobernación del reino, e incluso llegó a apuntar que fuera su esposo Fernando el católico, el rey de Aragón, quien ayudara a su hija Juana como regente:
"cuando la Princesa, mi hija, no estuviere presente en estos reinos o estando en ellos no quisiere o no pudiere entender en la gobernación de ellos (...) el rey Fernando, mi señor, rija, administre y gobierne los dichos mis reinos y señoríos por la dicha Princesa".
El rey Fernando fue brevemente regente del reino de Castilla hasta que llegó de Flandes su hija la reina Juana, quien decidió que el regente fuera su esposo, Felipe del hermoso. Al fallecer éste en 1506, volvió Fernando el Católico a ser regente de Castilla, y a su muerto en 1516, ocupó la regencia el cardenal Cisneros, quien murió en 1517, en Roa, camino de encontrarse con el que venía a hacerse cargo del reino, Carlos de Gante. |