Ministerio de Educación, Política Social y Deporte
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La España del Siglo XVI
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EL EMPERADOR CARLOS I
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Las Comunidades de Castilla
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FELIPE II
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Recorte de los fueros de Aragón
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EL MODELO POLÍTICO DE LOS AUSTRIAS
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EL GOBIERNO Y LA ADMINISTRACIÓN DE AMÉRICA
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EL RENACIMIENTO EN ESPAÑA
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6.
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La España del Siglo XVI
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El modelo político de los Austrias
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Carlos I Felipe II Felipe III Felipe IV Carlos II
Carlos I Felipe II Felipe III Felipe IV Carlos II
 
"De los cinco Austrias, Carlos V inspira entusiasmo, Felipe II respeto, Felipe III indiferencia, Felipe IV simpatía, y Carlos II lástima."

Gregorio Marañón, El conde duque de Olivares.
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Este retrato psicológico que hace el doctor Marañón refleja en buena medida la política seguida por los reyes de la casa de Austria.

El carácter de la Monarquía Hispánica fue bastante peculiar, al separarse de alguna manera de los modelos establecidos en el Derecho Político. En Derecho Político hay varias figuras para definir el carácter constitucional de los Estados: en primer lugar la mera unión personal en el soberano, en el que éste es el único nexo de unión; en segundo lugar el Estado confederal, con una más íntima unión entre sus territorios; en tercer lugar la federación de Estados, con una pérdida de soberanía y de poderes de cada miembro.

La Monarquía Hispánica, creada en respuesta a unas necesidades específicas,
fue un modelo original, con rasgos únicos. En ella hay un monarca común, reinos diferenciados -con sus propias leyes e instituciones-, pero también órganos e intereses comunes que los integran en una misma unidad. Si se tratase de una mera unión personal no existirían ni burocracia ni organismos generales como los que se constituyeron, puesto que, efectivamente, desde los Reyes Católicos, se desarrolló todo un régimen de consejos llamado polisinodial (varios sínodos o reuniones) que, a pesar de su complejidad, resultó ser bastante eficaz para la época, con las dificultades que planteaban las distancias, las comunicaciones, y las diferencias legales, idiomáticas y económicas.

No obstante, la Administración central en el período de los Austrias no terminaba en ese sistema polisinodial, sino que se completaba con otras realidades institucionales no tan elaboradas como los consejos.

En el siglo XVI, aquella se asentaba en el Rey, los Consejos y los Secretarios -Secretarios de Estado y Secretarios personales del monarca-. En el siglo XVII, a las instituciones anteriores se sumaron: los validos, personas que ejercieron el poder por la confianza que depositaba el rey en ellos; las Juntas, organismos mucho más flexibles que los consejos y que podían constituirse para ocuparse de asuntos más concretos -si bien en este período nunca alcanzan la relevancia de los consejos-; y comenzaron su andadura, aunque aún muy poco definidos, los Secretarios del Despacho Universal.

Se trata de un intento de vertebración avanzado para su tiempo, uno más de los que nos han servido para buscar nuestra propia identidad. Pues aún, en España, en Europa y en América seguimos experimentando fórmulas de integración que, apoyadas en nuestra Historia común, nos permitan encarar un mundo cambiante.

Pero no hay que olvidar que ese desarrollo político se hace en una sociedad estamental, de privilegio, como es la del Antiguo Régimen, de modo que hay que tener muy presente el poder de determinados estamentos o grupos.

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