A lo largo de la historia el dominio de la imagen ha estado vinculado a la posibilidad de intervenir en los diversos asuntos de carácter público concernientes a cuestiones mágicas, religiosas, económicas, militares y de orden social.
A través de las artes plásticas los seres humanos se han acostumbrado a interpretar nociones y conceptos claves, característicos o de importancia en los distintos momentos históricos. Pasando por Bizancio, el Románico, hasta llegar al Renacimiento, no es poco lo que se ha andado. Desde el siglo XIV se dieron los primeros pasos en la definición de los procedimientos técnicos que permitieron organizar la representación visual en función de la sugerencia de un espacio unificado: la perspectiva artificial. Las experiencias acumuladas por siglos desembocaron en una ruptura las representaciones medievales del mundo visible mediante la línea y el color.A partir del Renacimiento el cuadro se transforma en una ventana abierta al mundo: la superficie pictórica objetivamente bidimensional queda convertida en plano figurativo sobre el cual se proyecta y construye el espacio de forma homogénea, no contradictoria, unitariamente estructurada.
No sólo las épocas anteriores (Manierismo, Barroco, Rococó o Neoclasicismo), sino también el siglo XX ha sido prolijo en la configuración de lenguajes a través de las artes visuales: Fauvismo, Expresionismo, Cubismo, Futurismo, Dadaísmo, Surrealismo, Arte abstracto... traen a nuestra mente imágenes que hemos aprendido a interpretar con sus códigos propios.