Sensación y percepción
La percepción normal se produce mediante una profunda integración polisensorial, y además, se configura a través del aprendizaje. Así las diferentes modalidades sensoriales contribuyen a representar un determinado objeto original del que cabe abstraer,
Las representaciones pictóricas constituyen un claro ejemplo de este proceso. En la pintura se representan unos objetos y situaciones que observados directamente requerirían una percepción multisensorial, por una serie de informaciones (formas, colores, etc.), dirigidas exclusivamente al sentido de la vista. Incluso estos datos visuales son sumamente incompletos, en comparación con todos aquellos de que dispondría el espectador ante el objeto original, el artista selecciona únicamente aquellas informaciones que considera oportunas de acuerdo con sus propósitos expresivos. El espectador ha de reintegrar en su mente el universo representado, añadiendo aquellos datos que no son explícitos en la obra contemplada.
En el caso del cine y de la televisión disponemos de estímulos visuales y de estímulos sonoros. Pero además, los datos visuales tienen una dimensión diacrónica de la que carecen las representaciones pictóricas. Esta continuidad temporal de las informaciones visuales en el cine y en la televisión enriquece las posibilidades comunicativas del mensaje, permitiendo un mayor volumen de datos transmisibles y, con una relación más próxima a los objetos y situaciones representados. De hecho en la percepción cotidiana de nuestro entorno se da una "contextualidad" diacrónica (y sincrónica) en el flujo continuo de estímulos que llega a nuestro cerebro. Y así los estímulos se estructuran tempo-espacialmente como los objetos y procesos reflejados en una constante sucesión de situaciones sin solución de continuidad.
En cuanto a esta estructura temporal, los estímulos producidos por el cine y por la televisión tienen una mayor semejanza con los estímulos producidos por la realidad natural, que los estímulos producidos por la pintura u otras representaciones visuales estáticas. Además, la continuidad temporal del mensaje cinematográfico (y televisivo) permite, mediante el montaje, la construcción de un espacio global por la yuxtaposición o sucesión de una serie de espacios parciales representados unos a continuación de otros. De esta manera se configura una estructura tempo-espacial semejante, en gran medida, a la que se da en los estímulos provenientes de la percepción directa del entorno.