Ya en la Edad Media se utilizaba esta técnica al agua para acompañar los manuscritos iluminando con colores los textos, como ves en estas dos obras de la baja y alta Edad Media.
La aplicación al paisaje en el siglo XVII por su facilidad de secado y permitir rectificaciones del color facilitó que se expandiera como una técnica de preparación o boceto. Más tarde se depuraría su composición matérica (los pigmentos y el tipo de aglutinante) para hacerla una técnica final.