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Muros precedentes |
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1. Dinastía de Ur |
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El estudio de las fuentes escritas desvela cómo, dos milenios antes que los emperadores chinos, los reyes de la III dinastía de Ur, que ejercieron su dominio efectivo entre el 2120 y el 2003 a.C. sobre el sur y centro de Mesopotamia, -en otro tiempo territorios de las ciudades-estado sumerias y del reino acadio- ordenaron la construcción de un muro que atravesaba la llanura al norte de Akkad, con el férreo propósito de mantener a distancia a los martu, tribus de pastores nómadas de la estepa que se extendía al oeste de su reino.
Citados como martu en sumerio y amurru en acadio, son los amorreos, de lengua semítica occidental, que en los textos administrativos e históricos de los reinos de Ebla y Akkad aparecían realizando intercambios con los habitantes de las ciudades, especialmente productos artesanales, objetos de metal y curtidos.
Posteriormente, con la desaparición del reino de Ebla tras la conquista acadia, se habían expandido por la franja siriopalestina, ocupando particularmente las zonas de monte, pastos y de estepa semiárida y cerniéndose amenazadoramente sobre el núcleo central del Imperio de Ur.
Así lo debieron interpretar al menos los artífices del citado muro de contención, los reyes Amar-Sin y su hijo Shu-Sin de Ur, en cuyos escritos sobre los martu se detecta ya, como preludio a épocas posteriores de la historia, la separación entre el concepto de civilización, representado por los estados urbanizados, y el mundo bárbaro de la periferia.
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