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 El muro ideológico |
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Una situación de muro ideológico se produce tras la Segunda Guerra Mundial, y en el marco de la tensa situación internacional de "guerra fría", cuando en los centros de formación militar de EE.UU, se divulgó una enseñanza de carácter anticomunista que, años después, será un elemento básico para configurar la llamada Doctrina de la Seguridad Nacional. Esta doctrina se materializó en una concepción geopolítica según la cual el Estado necesitaría disponer de influencias y control sobre espacios físicos y políticos no limitados forzosamente por las fronteras nacionales, definiéndose un espacio de clara adscripción occidental bajo el liderazgo de los EE.UU frente a otro espacio enemigo, subversivo, formado por la URSS y los países satélites.
La rigidez ideológica emanada de la Doctrina de Seguridad, junto con los conceptos mesiánicos de "mal absoluto" y "guerra total", generarán un situación tendente al aniquilamiento de un enemigo que, en ningún momento, será percibido como adversario político, sino como un peligroso ente deshumanizado, exponente de una amenaza mortal. La delimitación de un "enemigo interno", a eliminar, traerá consigo, primeramente, la desviación profesional del ejército hacia tareas de naturaleza que no eran propiamente militares como la vigilancia, el control y la persecución de todos los considerados dentro de esa calificación.
Así, los partidos políticos, las organizaciones sindicales, los grupos legales o clandestinos del más diverso tipo, las asociaciones profesionales y universitarias, las parroquias, sacerdotes y monjas, los grupos juveniles, etc., en la medida en que son causa de conflicto social (huelga, reivindicación laboral o salarial) serán considerados objeto de la acción represiva de las Fuerzas Armadas por tratarse de un problema que afecta a todos. Por su parte el Ejército, en la certeza de hallarse luchando contra un enemigo común asumirá la tortura como práctica normal dentro de los métodos y técnicas para obtener información. Ejemplos de la materialización de este muro ideológico puede verse entre mediados de la década de los años cincuenta y los primeros años ochenta, en naciones de Iberoamérica en las que los ejércitos, inspirados por estas doctrinas, asumirán el control de toda la vida política.
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