El siglo XVII es el gran siglo de la escultura española, con características propias, que la diferenciaban del resto de Europa. En madera policromada, los escultores consiguen aunar el esplendor con el sentimiento religioso. El realismo de las figuras esculpidas va parejo a la fe religiosa, y son muy abundantes las figuras de este tiempo que llenan iglesias y conventos.
Una de las grandes figuras de la escultura barroca es Gregorio Fernández (1576-1636), que, aunque gallego de origen, trabajó fundamentalmente en Valladolid. Se distingue por el dramático realismo de sus representaciones. Son famosos sus Cristos yacentes.
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