La Sagrada Familia de Murillo muestra otra de las facetas importantes del arte del siglo XVII, la de las obras de temática religiosa. El tema religioso era fundamental en un tiempo en que muchos de los cuadros irían a parar a instituciones religiosas.
Las instituciones religiosas continuaron siendo las que encargaban obras a los artistas. Junto a ellas la nobleza y, por supuesto, la realeza fueron grandes “coleccionistas” de arte. Aunque en aquel tiempo no hubiera conciencia ni intencionalidad de coleccionar, rara era la familia aristocrática que no tenía en su casa un lote importante de pinturas, tal como ha quedado de manifiesto en los inventarios de bienes.
Murillo fue uno de los grandes pintores del siglo XVII. No se limitó a pintar sus muy conocidas Inmaculadas, sino que fue un pintor muy realista que reflejó muy bien en sus cuadros la sociedad de su tiempo.
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