Una película está constituida por tomas independientes que son registradas por diversas circunstancias-climatología, viajes, permisos de rodaje, sin un ordenamiento cronológico o conceptual. Llegado el momento de unir esas tomas se comprobará si existe una unidad lógica o si el flujo de las imágenes es quebrado por saltos entre el final de unas tomas y el comienzo de las que le siguen. Estos saltos pueden ser nimios; cambios en la actitud de los personajes; cambios en la iluminación; cambios en los desplazamientos, en la dirección de las miradas, en los fondos.
Es decir, la continuidad consiste en unir planos de manera que el paso de uno a otro no de lugar a una falta de coordinación entre ambos, que rompería la ilusión de estar viendo una acción continuada.
El procedimiento clásico para mantener la continuidad es el de cuidar los enlaces entre toma y toma durante el rodaje y, posteriormente, durante el montaje:
-enlace de ambientes y decorados
-enlace de los lugares en que están ubicados los personajes, sus desplazamientos y la dirección de sus miradas
-enlace de vestimentas y accesorios personales de los intérpretes
-enlaces de luces e iluminación
-enlace de la velocidad de los desplazamientos
-enlaces de las actitudes
-enlaces de la ubicación y número de objetos y personajes secundarios
-enlaces sonoros.
La norma más elemental de una buena continuidad es ligar la acción de dos planos consecutivos. Durante el rodaje, el director, ayudado por la script, se preocupa de que cuando una escena tiene más de un plano no varíen el atrezzo y las posiciones de los actores. Si en un plano general de la habitación vemos que hay fuego encendido en la chimenea, y en el siguiente está apagado, el cambio de plano producirá una impresión falsa. Lo que hay que hacer es vigilar la permanencia de todos los detalles en cada plano.