La participación de Estados Unidos en los dos conflictos mundiales -sobre todo en el segundo- rompió su política de aislamiento frente a los asuntos que consideraba alejados de sus intereses.
Hasta finales del siglo XIX se había atenido a la doctrina Monroe: “América para los americanos”, limitando sus acciones al mundo iberoamericano y a algunos enclaves asiáticos.
Debe recordarse que EE UU se libró de la devastación sobre el propio terreno que suele acompañar a las guerras. Además, la II Guerra Mundial fue el momento en que salió definitivamente de la Gran Depresión, con una economía reforzada. El desarrollo de su potencial económico y militar le llevaba inevitablemente a un grado de intervención exterior cada vez mayor.
El final de la II Guerra Mundial le dio esa oportunidad, en dura competencia con el mundo soviético encabezado por la URSS.
El término de la Guerra Fría, con la desintegración del bloque soviético, ha convertido a EE UU, sin disputa, en el país hegemónico del mundo.
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