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OBJETOS DE RECUERDO
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"A
pesar de que el tema de Dios es el más elevado, carece de límites,
e implica, por ello, muchas dificultades, siendo, en definitiva, misterioso,
siempre el hombre lo ha afrontado. Constantemente se ha preguntado si Dios existe
y quién es. El plantearse e intentar responder a estos interrogantes
es una necesidad del hombre, que no puede suprimirse, porque incumbe a su naturaleza
racional la posibilidad y capacidad de conocer a Dios.
Por medio de su razón el hombre puede ascender hasta Dios, percatándose
de su existencia y formándose una cierta idea de su esencia. Lo corrobora
el hecho innegable de que la noción de Dios sea prácticamente
universal.
(...) Todo hombre, por la vía de la causalidad, puede con su razón
alcanzar la existencia y también en alguna medida la esencia, las perfecciones
y atributos de Dios, pero siempre de una manera imperfecta y limitada, porque
solamente se conoce a Dios en cuanto causa primera del ente creado, ya que Dios
excede infinitamente lo que crea.
La capacidad de conocer racionalmente a Dios justifica el porqué se han
dado, a lo largo de la historia del pensamiento humano, distintas especulaciones
sobre Dios. También explica, independientemente de su valor, las distintas
religiones (...). Porque el hombre ha buscado en la religión la respuesta
al problema de Dios y a todos los otros afines conexionados, como son el sentido
y fin de su vida, el de la naturaleza del bien y del mal, el de la vía
de la auténtica felicidad y el de los enigmas del dolor y de la muerte,
entre los más esenciales que se le presentan"
(FORMENT, E., El problema de Dios en la metafísica)
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Lo
que se entiende corrientemente por ciencia, la ciencia empírico-experimental,
cuyo objeto es siempre perceptible por los sentidos y operable con instrumentos,
no puede alcanzar en cuanto tal a Dios. Si se pretendiera obtener una cierta
"ciencia" sobre Dios en este sentido, tanto probar su existencia como
conocer su naturaleza, se reduciría a Dios a la categoría de los
entes de nuestro mundo. La ciencia empírica no puede pronunciarse respecto
a Dios, ni afirmativa ni negativamente, porque no puede traspasar los límites
de su propio objeto y método que están reducidos a lo material
o sensible y experimentable.
Sin embargo, los conocimientos de la ciencia empírica pueden ser utilizados
por el mismo científico como razones desde las cuales ascender hasta
Dios. Pero entonces ya no está utilizando su modalidad científico-empírica
(porque esta ciencia en cuanto tal no puede llegar a Dios), sino que se vale
de su metafísica natural y espontánea, o incluso puede emplear
la metafísica filosófica, que también es ciencia, aunque
de tipo especulativo. Es decir, el científico, como hombre que es, posee
una inteligencia que no está referida solamente a lo sensible, sino que
puede trascenderlo y descubrir a Dios, incluso a partir de las mismas verdades
científicas, ya que versan sobre el mundo sensible creado, y esa realidad
sensible es siempre el punto de partida de todo proceso racional que conduzca
a Dios
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Santo
Tomás, en la Summa Theologiae I, q. 2, a. 3, expone cinco argumentos
o caminos, que denomina vías, para demostrar la existencia de Dios. La
formulación que realiza es una elaboración o sistematización
a partir de demostraciones de otros autores (principalmente, Aristóteles,
Avicena, Platón y San Juan Damasceno), profundizándolas con su
síntesis filosófica original; en este sentido debe decirse que,
aunque haya tomado diversos elementos de otros autores, las vías son
originales suyas, ya que él las dotó de una gran profundización
en virtud de la cual son aplicación de los principios de su metafísica
del ser.
Las vías son demostraciones a posteriori, que parten de diversos aspectos
de la criatura en cuanto tal (efectos), conocidos por la experiencia y se remontan
a Dios como Causa. La sencillez de la exposición tomista no debe llevarnos
a pensar que las vías no suponen suficientes conocimientos metafísicos.
Por el contrario, cada paso de las argumentaciones está presuponiendo
haber accedido a los puntos fundamentales de la metafísica: la estructura
trascendental del ente, la doctrina de la participación, la causalidad
predicamental intrínseca y extrínseca, y la necesidad de fundamentación
de la causalidad predicamental por parte de la causalidad trascendental. Si
no se conocen bien estos presupuestos ontológicos, entonces no se llega
a captar la profunda raíz metafísica de la demostración,
o peor todavía, se corre el riesgo de que a uno "no le prueben nada".
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ACTIVIDAD DE INVESTIGACIÓN |
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