Ruta 7 - Etapa 3 - Parada 2
El conocimiento de Dios

Completa las siguientes afirmaciones:

Comentario

El hombre puede conocer a Dios de diversos modos:

En primer lugar, por las solas fuerzas de la razón. En este conocimiento racional encontramos dos niveles:

a) En primer lugar, un modo de conocimiento precientífico o espontáneo, que corresponde a lo que se ha denominado una metafísica natural o espontánea que posee todo hombre por el hecho de ser hombre
b) En segundo lugar, un conocimiento científico o filosófico, que correspondería propiamente a la Teología natural o Teodicea (en cuanto disciplina filosófica, y más concretamente como una de las partes de la Metafísica).

Así pues, en este conocimiento natural de Dios hay varios grados: un primer grado es un modo de conocimiento precientífico o espontáneo; el segundo es científico o metafísico: Por medio de una deducción espontánea, todos los hombres pueden llegar al conocimiento de Dios. Este primer grado de conocimiento, aunque imperfecto, es suficiente en su orden: la humanidad, a lo largo de los siglos, siempre ha tenido una cierta noción de Dios. Se da un conocimiento natural espontáneo de la existencia de Dios, como lo prueba la experiencia continua y universal. Este conocimiento espontáneo de Dios no sólo no debe considerarse como irrelevante, sino que es piedra de base o fundamento para el conocimiento metafísico. En un fragmento de una de sus obras perdidas, el mismo Aristóteles observaba que los hombres han deducido su idea de Dios de dos fuentes: sus propias almas y el movimiento ordenado de las estrellas. De cualquier forma, el hecho en sí mismo está fuera de duda, y podríamos decir que las filosofías descubrieron "con retraso" la idea de Dios.

El segundo nivel en este modo natural de conocer a Dios es el constituido por las elaboraciones científico-filosóficas, que no todos los hombres llegan a realizar. Por medio de su razón el hombre puede ascender desde la realidad hasta Dios, percatándose de su existencia y formándose una cierta idea de su esencia. Se trata de un conocimiento que llega a conocer a Dios como causa primera de los entes y lo que eso lleva consigo, es decir, una serie de perfecciones y atributos. Ahora bien, precisamente por el hecho de ser conocido a partir de la lectura de las criaturas, se trata de un conocimiento racional indirecto, no inmediato y limitado, que no se llega a conocer lo que es Dios en sí mismo.

En segundo lugar, el hombre puede conocer a Dios de modo sobrenatural, es decir, de un modo que excede las fuerzas de la razón humana. El modo sobrenatural de conocer a Dios es de dos tipos:

a) por la fe (lumen fidei), y
b) por visión (lumen gloriae).

La fe pertenece al ámbito de las diferentes religiosidades e implica un conocimiento de Dios a través de la manifestación que ha hecho de sí mismo por medio de las revelaciones. Conocer a Dios por visión es conocerlo cara a cara, por experiencia: tal como es en sí mismo (ya sea en la visión beatífica propia del cristianismo) o a través de la experiencia mística presente en todas las religiones y espiritualidades.

De estos cuatro modos señalados como vías de conocimiento del Absoluto, nosotros trataremos la segunda de ellas, es decir, la vía de acceso a Dios a través de la filosofía. No obstante, debemos señalar que se han dado diferentes posturas a favor de uno u otro modo de conocimiento (natural o sobrenatural) y sus relaciones. Así, en la habitualmente conocida como polémica "razón-fe" nos encontramos con respuestas como el teísmo, el agnosticismo y el deísmo.
El teísmo es la postura que sostiene que ambas vías de conocimiento no son excluyentes entre sí, sino complementarias. Esta postura conciliadora y superadora de antagonismos sería propia de la teología católica pues, si bien sostiene que la razón no es nunca causa de la fe, considera que no es posible la fe sin la razón, ya que ésta es condición indispensable para que la fe sea una actitud coherente y responsable. El fideísmo sería la postura de algunos creyentes y teólogos que, ante la pregunta sobre la existencia de Dios, responden únicamente con la respuesta de la revelación, propiciando así una fe "fideísta" (propia de la teología protestante) y caracterizada por la profesión de "la sola fe" sin apoyo alguno de la razón. Por su parte, el deísmo nació en la Inglaterra del siglo XVI y fue recogido por los Ilustrados franceses. En síntesis, en el deísmo la filosofía absorbe a la religión, pues sostiene que Dios no se ha revelado, y en lo único que se puede creer es en el Dios descubierto por la razón: el Dios filosófico o "Dios de los filósofos".

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