Las texturas son una parte principal de la obra plástica. Por medio de texturas los artistas intentan imitar en sus representaciones bidimensionales las sensaciones táctiles de los objetos de la realidad. Esa sensación de relieve la consiguen realizando entramados de líneas, gradaciones de color, superponiendo formas, cambiando el signo de la pincelada o la espátula haciendo pequeños o grandes trazos, siendo homogénea o vibrante, con mucha pastosidad o poca.
Otras veces, y sobre todo en los artistas contemporáneos, la realización de texturas se convierte en su principal medio de expresión y el aspecto más relevante de sus obras. En ocasiones aplican la pintura en capas densas sobre el soporte arañándola o raspándola con diferentes herramientas. Salpican pintura con brochas y pinceles o la arrojan y la vierten directamente sobre el soporte como hacía Jackson Pollock (1912-1956) en su action painting. Añaden cargas como arena o piedra pómez, colas y barnices sintéticos, e incluso pegan todo tipo de objetos como cartones telas u objetos encontrados.
La obra de muchos de los artistas abstractos como Antoni Tàpies (1923) o Carlos Saura (1930) se caracteriza por la profusión de texturas creadas en sus obras con las que consiguen resultados expresivos impactantes.