Es una técnica con la que quizás estás muy familiarizado, por su inmediatez o por su aparente facilidad. Se utiliza sobre todo en apuntes o retoques finales de dibujos muy detallados. Puedes diferenciar tres tipos de lápices de colores:
Tienes distintas durezas y una extensa gama de colores. Los más duros mantienen su punta perfectamente afilada durante más tiempo. En cuanto a los blandos, ésta se rompe con mucha facilidad (truco: afilarlos con una cuchilla).
Todos los lápices de color se borran con dificultad así que, a la hora de enfrentarse a un papel blanco, tendréis un poco de miedo a cometer errores. ¿Cómo podéis evitarlo? ¡Empezad con colores claros!... Podréis añadir progresivamente los colores oscuros mientras valoráis el dibujo. Puedes entrecruzar las líneas, separándolas para las zonas de luz y juntándolas en las de sombra. En la técnica del claroscuro influyen el grado del lápiz, la presión ejercida sobre el papel, la velocidad del trazo y su dirección.