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Húngaros |
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A finales del siglo IX, los pueblos eslavos del Este de Europa vieron cruzar los Cárpatos a un pueblo de origen asiático que se veía desplazado por los grandes movimientos de población que sacudían a Asia en aquel tiempo. Se trataba de los húngaros, que venían seguidos a no mucha distancia por otro pueblo asiático, los pechenegos.
Los recién llegados eran terribles saqueadores. Se les considera más dañinos que los normandos o los sarracenos. Su ventaja radicaba en la velocidad de los ataques por el gran dominio que tenían de su caballería. En el año 899 invadieron Italia y asolaron Lombardía. Después hicieron lo mismo en Moravia y Sajonia. Eran un auténtico peligro para los territorios de Europa Occidental, pues al ser un pueblo nómada vivían del botín que conseguían en sus desplazamientos.
Dejaron de ser peligrosos cuando un emperador de Occidente se atrevió a hacerles frente. En efecto, Otón I consiguió vencerles en la batalla de Lech (955), y les obligó a retirarse a la llanura de Panonia, excelente reducto agrícola bañado por los ríos Danubio y Tisza. Allí se produjo la sedentarización de este pueblo nómada.
Se instalaban en territorio ocupado previamente por los eslavos, quienes vieron divididas sus tierras por la cuña introducida por la llegada del pueblo húngaro. El desplazamiento de este pueblo separo definitivamente a los eslavos del Sur (los yugoslavos) de las demás ramas de su etnia. |
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