El sentido del tacto nos informa de cómo es la piel de los objetos que palpamos, si es rugosa, satinada, suave, etc. Estas cualidades definen la textura táctil del cuerpo.
Observa un momento los objetos de la imagen en pantalla. Probablemente sabrías diferenciar distintas calidades de textura en esos objetos sin haberlos tocado. Dirás: ¿cómo es posible esto?
Según las calidades texturales de cada superficie, la luz que incide en ellas se refleja de modo diferente. Al ver un objeto se activa el recuerdo de lo que sentimos alguna vez al tocarlo o al tocar otras superficies parecidas. La inversa también sucede: si en la oscuridad palpas una superficie y la reconoces, en tu mente se renueva el recuerdo del aspecto visual que tendría.
Así es como imagen visual e imagen táctil están firmemente enlazadas, aunque se formen a partir de informaciones proporcionadas por sentidos distintos.