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MODERNA |
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1. Tratado de Tordesillas |
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Para mejor situar el Tratado en su marco histórico, conviene destacar dos tipos de antecedentes. Unos remotos, correspondientes a la tradición de los acuerdos entre los reinos cristianos peninsulares en la reconquista. Otros, más inmediatos y continuados, referidos a las relaciones castellano-portuguesas a fines de la Edad Media y, en último término, al Tratado de Alcaçovas.
En cuanto a las relaciones entre Castilla y Portugal, como es bien sabido, los conflictos fueron frecuentes en los siglos XIV y XV. Las tensiones se exacerbaron en 1474 con la llegada al trono castellano de Isabel y el co-mienzo de una guerra que se prolongó hasta 1479, en la que se mezclaron la rivalidad náutica de ambas coronas en el Atlántico africano y la sucesión castellana. Los tratados firmados en la Paz de Alcaçovas (1479) trataron de solucionar dichos problemas.
Al concluirse la Guerra de Granada, las ventajas de romper el cerco marítimo que Portugal pretendía imponer a la expansión castellana se hicieron evidentes. En la llegada de Colón a Lisboa (9 de marzo de 1493) se manifestaron las nuevas circunstancias. Juan II de Portugal reaccionó protestando enérgicamente ante la corte castellana. Su efecto reavivó la urgencia de negociar de nuevo, un acuerdo distinto para una realidad también distinta. Puesto que en él nada se preveía sobre la posibilidad de llegar a la India por una ruta occidental, el Tratado de Alcaçovas era inservible.
La concesión pontificia, a través de las famosas bulas de Alejandro VI, establecía una línea de demarcación entre las esferas de influencia de España y de Portugal, confirmando el status de los nuevos territorios como feudo papal administrado por la Corona española, según la doctrina vigente acerca de la alienación de los derechos de los paganos.
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