|
|
|
|
|
|
Evidencias arqueológicas, muy precisas sobre algunos siniestros, reflejan con crudeza el alcance de terremotos, maremotos, inundaciones, sequías, volcanes en erupción..., en definitiva de todos aquellos fenómenos propios de la naturaleza, que siguieron afectando la existencia humana durante la antigüedad.
En algunos supuestos su valoración como catástrofe ha sido aducida para explicar la desaparición de florecientes pueblos y culturas de Oriente y Occidente, Mohenho-Daro, la Creta minoica, el mundo micénico..., en contraste con la tendencia de las últimas décadas, donde el análisis de las causas internas como factor previo y de mayor incidencia en la fragilidad, favoreciendo el desplome originado por una catástrofe de carácter natural, va adquiriendo solidez.
Sin embargo, aun siendo discutible el grado de aquellos desastres naturales, la repercusión en la memoria colectiva y, en particular, su interpretación y utilización como artificio de control social aparece reflejada ya en testimonios escritos de gran antigüedad.
Desde el Poema de Gilgamesh, en
el contexto mesopotámico, al Génesis y la mitología clásica, a la
que también recurriría Platón en varios de sus Diálogos, la catástrofe,
cuyo efecto provocaría la exterminación de todo ser vivo que habitara
la tierra, bajo la forma de un Diluvio, o acaso en combinación con
un terremoto, sería originada por las divinidades o divinidad, en
respuesta al comportamiento corrupto, indigno y soberbio del género
humano.
Imprevisible, únicamente aquél o aquellos elegidos y designados por los dioses habrían sido advertidos del cataclismo y sus consecuencias, aunque la supervivencia quebrara de algún modo el carácter universal e irreversible de la catástrofe. Pero la existencia de uno o varios testigos era necesaria e inexcusable para garantizar tanto la descendencia a la que iba destinada el ejemplarizante relato, como su transmisión.
Difusión del sentido de la culpabilidad y temor a la reacción divina en las sociedades del mundo antiguo, una dosis perfecta generada por el poder. La influencia de esta tradición literaria se mantendrá como una constante en el transcurso de los tiempos, moldeando la mentalidad del hombre.
|
|
|