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Seísmos, erupción de volcanes, diluvios, bruscos y extremos cambios climáticos, derivados del glaciarismo pleistocénico -glaciaciones, interestadios, interglaciaciones y el consiguiente eustatismo- como fenómenos de la naturaleza desencadenantes de lo que consideramos una catástrofe han quedado plasmados en el registro fósil del extensísimo período que denominamos Prehistoria. Igual que antes, desde su origen, y en el transcurso de la historia, la tierra siempre ha estado sujeta a los fenómenos naturales.
Y aun sin pretender caer en el catastrofismo como teoría para intentar explicar el proceso de extinción de especies, lo cierto es que, incluso al margen de los efectos inmediatos de sucesos determinados, los estudios llevados a cabo por geólogos, paleontólogos, paleobotánicos y arqueólogos reflejan su repercusión en la gradual desaparición de algunas especies animales y vegetales que no subsistieron al nuevo ecosistema generado.
Pero más allá de las consecuencias evidentes que tales desastres ecológicos
debieron producir en las condiciones de vida del hombre, testigo en
mayor o menor grado de la extinción, quizás el impacto más sobrecogedor
de la catástrofe no residiera tanto en sus efectos inmediatos sino
en la consciencia de su existencia y el surgimiento de un temor, por
tanto, a su repetición. ¿Pudieron incluso percibir el riesgo de su
propia especie, o de otra? ¿Fue consciente el homo sapiens sapiens
de la desaparición
de los neandertales? Máxime, cuando, ante la crudeza y magnitud
de los caprichos de la naturaleza, la sensación de incapacidad y debilidad
se convierte en sobrecogedora.
En uno u otro caso, ¿a quién atribuiría el hombre en los tiempos prehistóricos el origen de la catástrofe? La ausencia de escritura pudo ser óbice para la transmisión de una interpretación con objetivos evidentes en la historia posterior de la humanidad, pero quizás esta cuestión no deba excluir una respuesta afirmativa, ya que, a pesar del aislamiento de los grupos humanos, la difusión de ideas sobre otros aspectos (el surgimiento y control del fuego, prácticas funerarias, creación artística...) aparece constatada.
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