Hace 10 años ni siquiera imaginábamos el nivel de manejo tecnológico y la diversidad de recursos TIC que manejamos diariamente en la actualidad. Como docentes, tenemos un marcado compromiso respecto a la sociedad: “La escuela debe ofrecer al alumnado una enseñanza que resulte útil en el exterior” Perrenoud (2004: 107) y esto nos exige una constante actualización tecnológica y profesional.
A pesar de que en los últimos años la formación inicial de los futuros profesionales de la enseñanza está incidiendo específicamente en el uso de Tecnologías de Información y la Comunicación (TIC) aún queda mucho por hacer. La mayoría de los docentes que actualmente estamos en activo hemos recibido una formación acorde con la enseñanza tradicional, esto es, utilizamos una metodología centrada en la transmisión verbal, en la reproducción más o menos literal de lo aprendido aderezado ahora con un uso ocasional de las nuevas tecnologías.
Aún queda mucho por hacer para apoyar el desarrollo de las competencias docentes” (Consejo de la Unión Europea, 2010:2 Juan M. Escudero considera que son competencias docentes el “conjunto de valores, creencias y compromisos, conocimientos, capacidades y actitudes que los docentes, tanto a título personal como colectivo, habrían de adquirir y en las que crecer para aportar su cuota de responsabilidad a garantizar una buena educación a todos” (Escudero, 2006: 34)
El Proyecto de Estándares de competencia en TIC para docentes resalta la idea de que:
“las nuevas tecnologías (TIC) exigen que los docentes desempeñen nuevas funciones y también, requieren nuevas pedagogías y nuevos planteamientos en la formación docente. Lograr la integración de las TIC en el aula dependerá de la capacidad de los maestros para estructurar el ambiente de aprendizaje de forma no tradicional, fusionar las TIC con nuevas pedagogías y fomentar clases dinámicas en el plano social, estimulando la interacción cooperativa, el aprendizaje colaborativo y el trabajo en grupo” (UNESCO 2008).
Organizar nuestra propia formación continua
Los docentes necesitan tener una serie de competencias profesionales. Nos hacemos con ellas con la formación inicial, pero qué duda cabe que los años de experiencia completan, mejoran y equilibran estas competencias adaptándolas al contexto en el que desempeñemos la actividad. Por otro lado, se hace imprescindible la formación continua.
Capacidades que se tienen que fortalecer con habilidades interpersonales (trabajo en equipo, resolución de conflictos), profesionales (planificación sistemática pero flexible, organización de recursos materiales, personales y metodológicos), comunicativas (como el uso de valoraciones constructivas que favorezcan la autoestima, la disponibilidad, dedicación y afecto, la ecuanimidad) y competencias cognitivas (autoconcepto positivo, pensamiento crítico, creatividad, autoevaluación de su propio trabajo).
El aprendizaje, la actualización y el dominio de estas competencias profesionales está relacionado con la formación continua (cursos, talleres, seminarios de trabajo). El manejo de determinadas herramientas y su integración en nuestras rutinas laborales depende exclusivamente del tiempo que seamos capaces de invertir en ellas.
Y en la mayoría de los casos nos damos cuenta de lo positivo y gratificante que resultan la redes sociales de profesionales (como REM, Internet en el aula) o blog y TAAC (Talleres Aprendizaje Colaborativo) de docentes.
¿Cuáles son las competencias tecnológicas básicas en la profesión docente que potencian su desarrollo profesional en el siglo XXI? Fernández Muñoz (2003) destaca estas tres:
- Conocer las posibilidades de las nuevas tecnologías para la mejora de la práctica docente.
- Aplicar las TIC en el ámbito educativo tanto en tareas relacionadas con la gestión de los centros educativos como en la organización de los procesos de enseñanza- aprendizaje que se desarrollan en el aula.
- Seleccionar, utilizar, diseñar y producir materiales didácticos con TIC que promuevan la adquisición de aprendizajes significativos y que conviertan el aula en un laboratorio desde el que fomentar el protagonismo y la responsabilidad en los alumnos.
Apenas se están dedicando esfuerzos para la actualización del profesorado: según un reciente estudio del Consejo de la Unión Europea (2010) los informes nacionales sobre políticas educativas muestran “escasas pruebas de que se estén realizando esfuerzos sistemáticos para actualizar las competencias profesionales de los docentes”.
Se necesita con urgencia una formación continua específica fundamentada en la reflexión y el análisis comparativo sobre la práctica educativa. Esto lo conseguiremos a través de conocimiento e intercambio de experiencias de aula y la creación de nuevas prácticas metodológicas.
Una formación docente que utilice métodos basados en la acción y en la evaluación de resultados, generando así métodos contrastados en la práctica con el fin de estimular e incentivar un trabajo docente de calidad.
Referencias
ESCUDERO, J.M. (2006). La formación del profesorado y la garantía del derecho a una buena educación para todos. En Escudero, J. M. y Luis, A. (coords). La formación del profesorado y la mejora de la educación para todos: políticas y prácticas. Barcelona: Octaedro.
FERNÁNDEZ, R. (2003): “Competencias profesionales del docente en la sociedad del siglo XXI”. En Organización y gestión Educativa: Revista del Fórum Europeo de Administradores de la Educación. Vol. 11, No 1, 2003. http://www.uclm.es/profesorado/ricardo/cursos/competenciaprofesionales.pdf
PERRENOUD, P. (2004): Diez nuevas competencias para enseñar. Barcelona. Graó.
PRENDES, M.P. (Dir.) (2010): “Competencias TIC para la docencia en la Universidad Pública Española: Indicadores y propuestas para la definición de buenas prácticas: Programa de Estudio y Análisis”. Informe del Proyecto EA2009-0133 de la Secretaría de Estado de Universidades e Investigación. Disponible en: http://www.um.es/competenciastic
UNESCO (2008): Estándares de competencias en TIC para docentes. http://www.eduteka.org/modulos/11/342/868/1