La revolución informática en educación musical no comenzará hasta que seamos capaces de repensar qué queremos que sea la educación. Sólo entonces podremos fijar nuestros objetivos y centrar la atención en ellos. […] Hay cientos de formas de hacer un uso inadecuado de las tecnologías en educación y sólo unas pocas maneras de usarlas correctamente.
Hace una década, Webster (2002) afirmaba que las palabras citadas en el texto con el que se inicia este artículo (Lehman, 1985) seguían siendo válidas. Hoy, es decir, casi veinte años después, creo que el debate sobre cómo y para qué han de usarse las TIC en educación musical continúa abierto. La integración de las tecnologías en todos los ámbitos educativos, entre ellos el de la educación musical, sigue siendo objeto de diversos enfoques muchas veces contradictorios. Las tecnologías han llegado, como no podía ser de otro modo, a las aulas de música, pero en muchas ocasiones lo han hecho siguiendo modas que invitan a utilizar el último recurso digital o recetas pedagógicas que se aplican sin tener una visión clara de qué cuál es el objetivo final. ¿Sabemos realmente cuáles son las ventajas del uso de las TIC en los procesos de enseñanza y aprendizaje musical? ¿Y cuál es la mejor manera de integrarlas? ¿Se relacionan las propuestas que hacemos en el aula con los cambios que se producen en el mundo de la música y con las nuevas prácticas de niños, jóvenes y adultos? ¿Está el profesorado de música convenientemente preparado? ¿Y qué entendemos por “convenientemente”: haber desarrollado un cierto grado de competencia tecnológica o, además, contar con una formación didáctica adecuada?
Si bien las prácticas pedagógicas de los docentes que utilizan las TIC a diario en sus clases de música pueden aportar algunas respuestas, es en las investigaciones sobre dichas prácticas realizadas en los últimos años donde encontramos datos que pueden orientar la toma de decisiones. Por ello, el objetivo de este artículo es hacer una revisión de algunas de las principales líneas de investigación en el ámbito internacional sobre este tema, y más concretamente sobre los procesos de creación y composición musical mediadas por tecnologías en el aula.
Limitaciones del artículo
Partiendo de dos de los trabajos de revisión teórica más importantes que han intentado identificar o sistematizar el “estado de la cuestión” sobre los procesos de integración de las TIC en la educación musical (Higgins, 1992 y Webster, 2002), en este artículo me centraré en algunas de las investigaciones sobre las prácticas de creación musical integrando las TIC en las aulas que se han realizado en la última década (2002-2012).
Antes de seguir, es importante señalar las limitaciones de este escrito advirtiendo que el mismo no intenta incluir todos los estudios sobre el tema desarrollados en el período indicado, sino una selección que bien pueden servir para identificar las principales líneas de investigación.
El conjunto de estos estudios e investigaciones han estado influidos, como no puede ser de otro modo, por tres cuestiones fundamentales: (1) el rápido desarrollo técnico del hardware, el software y, muy especialmente, de la Red y lo que denominamos Web 2.0; (2) la ubicuidad de las tecnologías, los diferentes grados de dominio técnico entre alumnado y profesorado y las prácticas musicales emergentes en la nueva cultura digital; (3) cómo y qué enseñamos cuando integramos las tecnologías en el aula para favorecer los procesos de creación musical y cómo y qué aprenden nuestros estudiantes.
Crear música en el aula en la era digital
El desarrollo tecnológico de los últimos años ha influido en las prácticas de creación y composición musical que se realiza en las aulas con la incorporación de nuevo hardware, software y herramientas 2.0 en los procesos de enseñanza y aprendizaje. Cain (2004) se refiere a algunos de los cambios producidos por el uso de las tecnologías al señalar que “los teclados electrónicos y los ordenadores han proporcionado a los estudiantes una amplia variedad de sonidos que en ocasiones son muy similares a los utilizados en la música popular, posibilitando una relación más estrecha entre la música escolar y la que se produce fuera de la escuela. La habilidad para crear música paso a paso, para editar cualquier aspecto de la misma o para reproducirla prácticamente con cualquier tempo ha tenido como consecuencia el hecho de que los niños puedan componer música que no podrían tocar con otros medios (véase Odam y Paterson, 2000, p. 19)”.
Desde esta perspectiva, y como explicaba en otro artículo (Giráldez, 2010), la composición musical ya no se considera como una ocupación reservada sólo a especialistas, sino como una actividad que puede ser desarrollada por cualquier persona con el interés y la motivación necesarios. Diversos estudios realizados en la última década (Nilsson, 2002; Vie, 2008; Tseng y Chen, 2010; Folkestad, 2012) han mostrado cómo las tecnologías aumentaban las posibilidades de niños y jóvenes para expresar sus ideas musicales y disminuían la necesidad de poseer conocimientos teóricos o habilidades instrumentales para llevar a cabo su tarea. De hecho, los desarrollos más recientes han posibilitado la adquisición de ordenadores de gran potencia a un coste razonable y asequible para un gran número de personas. Las conexiones a Internet más rápidas y el desarrollo de la Web 2.0 posibilitan a su vez el acceso a una amplia variedad de software y archivos musicales. Esta nueva realidad en el mundo de la tecnología musical ha permitido que personas que antes no podían considerarse como músicos puedan ahora crear y difundir sus propias creaciones musicales en la Red. Más concretamente, pueden usar recursos tecnológicos de bajo coste que no requieren de habilidades musicales “tradicionales” o de una comprensión conceptual de la teoría de la música (Wise, Greenwood y Davis, 2011, p. 119).
Investigaciones sobre creación y composición musical en las aulas
Los estudios e investigaciones realizados en las aulas en la última década con el objetivo de indagar y explorar la creación musical mediada por el uso de ordenadores son escasos (Savage, 2005), aunque cada vez más frecuentes y ofrecen conocimientos y datos de gran valor sobre lo que ocurre en las mismas, además de tener el potencial de ser transferidos entre distintos contextos.
Una selección importante de estos estudios quedan recogidos en el libro titulado Music Education with Digital Technology (Finney y Burnard, 2007). La segunda parte del mismo reúne una serie de investigaciones realizadas en “clases digitales” y aborda temas como la composición con tecnologías gráficas (Jennings, 2007); los entornos de improvisación musical en red y la colaboración online en los procesos de creación musical (Brown y Dillon, 2007; Dillon, 2007) o los entornos virtuales de aprendizaje y las experiencias de composición musical en la Red (Seddon, 2007).
Entre los autores que de forma más recurrente han dedicado sus estudios al tema de la composición musical con recursos digitales en el aula se cuenta Jonathan Savage. Ha realizado estudios de investigación acción en los que explora cómo los alumnos de entre 11 y 16 años usan las TIC para crear e interpretar música con procedimientos totalmente novedosos (2005), estudios de casos para evaluar el impacto de las prácticas musicales de los estudiantes fuera del aula y su potencial para transformar los procesos de enseñanza y aprendizaje musical (2007) o un estudio a mayor escala en el que se evalúa el uso de las TIC en aulas de Secundaria del Reino Unido, la formación de los docentes y las actividades propuestas a los estudiantes, incluyendo aquellas relacionadas con la creación y composición musical (2010).
Otros estudios tratan de experiencias realizadas en torno a una o más aplicaciones informáticas usadas para la composición musical. Tal es el caso del realizado por Bolton (2008) usando Compose como herramienta para facilitar la creación musical en el aula. Bolton se centra en un único sujeto y realiza un estudio de caso que, aunque no pretende hacer generalizaciones, bien puede mostrar las posibilidades que esta herramienta ofrece a la hora de componer en el aula. Asimismo cabe destacar aquellos que toman en consideración la formación y papel que desempeña el profesorado, por ejemplo Berkley (2001) o Bauer, Reese y McAllister (2003).
¿Qué podemos aprender de estas investigaciones?
El interés de este tipo de estudios reside en su potencial para mostrar algunos de los factores y variables presentes en experiencias de composición musical con recursos digitales en el aula. Nos permiten distinguir entre aquellas que pueden ser consideradas como valiosas o innovadoras desde el punto de vista pedagógico y otras que deberían ser reformuladas (o incluso eliminadas). De estos estudios podemos aprender, además, bajo qué condiciones y en qué contextos específicos pueden funcionar determinadas prácticas que son evaluadas como exitosas y considerar modelos, enfoques e incluso situaciones de enseñanza y aprendizaje digital que podrían ser transferidos a otras aulas.
Referencias bibliográficas
Bauer, W., Reese, S. y McAllister, P. (2003). Transforming music teaching via technology: the role of profesional development. Journal of Research in Music Education, 51 (4), 289-301.
Berkley, R. (2001). Why is teaching composing so challenging? A survey of classroom observations and teacher’s opinions. British Journal of Music Education, 18 (2), 119-138.
Bolton, J. (2008). Technologically mediated composition learning: Josh’s story. British Journal of Music Education, 25, 41-55.
Brown, A. y Dillon, S. (2007). Networked improvisational musical environments: learning through on-line collaborative music making. En J. Finney y Burnard, P. (Eds.), Music Education with Digital Technology (pp. 96-106). Londres: Continuum International Publishing Group.
Cain, T. (2004). Theory, technology and the music curriculum. Brisith Journal of Music Education, 21 (2), 215-221. DOI: 10.1017/S0265051704005650
Dillon, T. (2007). Current and future practices: embedding collaborative music technologies in secondary schools. En J. Finney y Burnard, P. (Eds.), Music Education with Digital Technology. Londres: Continuum International Publishing Group.
Giráldez, A. (2010). La composición musical como construcción: herramientas para la creación y la difusión musical en Internet. Revista Iberoamericana de Educación, 52, 109-125. Disponible en http://www.rieoei.org/rie52a06.pdf
Finney, J. y Burnard, P. (Eds.). (2007). Music Education with Digital Technology. Londres: Continuum International Publishing Group.
Folkestad, G. (2012) Digital tolos and discourse in music: The ecology of composition. En D. Hargreaves, D. Miell y R. MacDonald (Eds.), Musical imaginations: Multidisciplinary perspectives on creativity, performance and perception (193-205). New York: Oxford University Press.
Higgins, W. (1992). Technology. En R. Colwell (Ed.), Handbook of Research on Music Teaching and Learning (pp. 480-497). Nueva York: Schirmer Books.
Jennings, K. (2007). Composing with graphical technologies: representations, manipulations and affordances. En J. Finney y Burnard, P. (Eds.), Music Education with Digital Technology (pp. 76-95). Londres: Continuum International Publishing Group.
Lehman, P. (1985). The Class of 2001: Coping with the Computer Bandwagon. Reston, Virginia: Music Educators National Conference.
Nilsson, B. (2002). “I can make a hundred songs”. Children’s Creative Music Making with Digital Tools. Malmo: Malmo Academy of Music.
Odam, G. y Paterson, A. (2000). Composing in the Classroom: The Creativ Dream. High Wycombe: National Association of Music Educators.
Savage, J. (2005). Working towards a theory for music technologies in the classroom: how pupils engage with and organise sounds with new technologies. British Journal of Music Education, 22 (2), 167-180.
Savage, J. (2007). Reconstructing music education through ICT. Research in Education, 78 (1), 65-77.
Seddon, F. (2007). Music e-learning environments: Young people, composing and the Internet. En J. Finney y Burnard, P. (Eds.), Music Education with Digital Technology (pp. 107-116). Londres: Continuum International Publishing Group.
Tseng, J. y Chen, M. (2010). Instructor-led or learned-led for elementary learners to learn computer-based music composition? Knowledge Management & E-Learning: An International Journal, 2 (1). Recuperado de http://www.kmel-journal.org/ojs/index.php/online-publication/article/viewArticle/53
Vie, S. (2008). Digital Divide 2.0: “Generation M” and Online Social Networking Sites in the Composition Classroom. Computers and Composition, 25 (1), 9-23. DOI http://dx.doi.org/10.1016/j.compcom.2007.09.004
Webster, P. (2002). Computer-Based Technology and Music Teaching and Learning. En R. Colwell y C. Richardson (Eds.), The New Handbook of Research on Music Teaching and Learning (pp. 416-439). Nueva York: Oxford University Press.
Wise, S.; Greenwood, J. y Davis, N. (2011). Teacher’s use of digital technology in secondary music education: illustrations of changing classrooms. British Journal of Music Education, 28 (2), 117-134.