La programación es una planificación del proceso de enseñanza-aprendizaje de cada grupo. En ella disponemos la secuencia de las unidades didácticas que vamos a desarrollar. Los objetivos del curso, los contenidos más significativos (detallando conceptos, procedimientos y actitudes explícita o implícitamente), los recursos metodológicos, los materiales didácticos y los medios ambientales previstos.
Los descriptores son las señales que la docente detecta durante la práctica musical en el aula. En la programación de aula también debemos relacionar coherentemente los criterios de evaluación con las competencias musicales específicas a través de la selección y adaptación de los principales indicadores de su desarrollo.
¿Qué implicaciones existen entre las competencias, la programación del área y su praxis didáctica?
Las competencias y los indicadores de su desarrollo deben explicitarse en la programación didáctica. Con ello nos hacemos conscientes de la relación que existe entre estos tres elementos. Y relacionamos directamente el marco curricular con en la praxis del aula.
El aprendizaje por competencias tiene que plasmarse en la práctica. Por ello, tenemos que plantear actividades desde los diversos bloques de contenido que incluyan una demanda de acciones relacionadas con los indicadores de las competencias.
Los indicadores reflejan acciones específicas evaluables en las que una persona demuestra su nivel de competencia.Para el desarrollo de la competencia perceptiva o auditiva, podemos plantear la siguiente actividad: Después de una escucha musical, los estudiantes participarán con el grupo de clase en el comentario de la audición. Este análisis tendrá en cuenta dos formas de aproximación complementarias: por una parte, la evocación de sensaciones, emociones e imágenes suscitadas por la escucha, y por otra, la descripción del funcionamiento elemental de la obra (tímbrica, forma, dinámica, función...), utilizando un vocabulario y recursos de análisis específicos.
Las competencias específicas del área: representan la vía natural que conecta las competencias básicas con los contenidos aportando un mayor nivel de coherencia a la programación y a la proceso de enseñanza-aprendizaje. Por eso conviene hacer explícitas.
La mayoría de las competencias musicales tendrán que evaluarse mediante actividades abiertas que propongan situaciones en las que se utilicen contenidos procedimentales en las que podamos llevar a cabo una observación sistemática de cada alumno. "La información para la evaluación de competencias musicales debe ser el resultado de la observación de las actividades del aula." (Zabala, 2007: 208)
Aclaración de términos técnicos
Los indicadores reflejan el contenido de cada competencia haciendo referencias a la función (es decir, para qué o en qué circunstancia se evidencia esa competencia) y al contexto en los que se desarrolla (sin valorar ni graduar). Si una competencia es un conjunto de conocimientos y de actitudes que una persona moviliza para resolver una tarea, los conocimientos serían los medios necesarios para la construcción de una competencia. En el terreno musical, el saber y saber-hacer en los momentos de la práctica.
Por ejemplo, de la competencia perceptiva, sería un indicador “El estudiante utilizará la escucha como medio de construcción de su pensamiento musical.”
Los graduadores concretan la acción de un indicador para situar su nivel de desarrollo. No deben tener ninguna relación temática con los indicadores y se pueden usar en la redacción de diferentes competencias para graduar de manera simultánea la descripción de su desarrollo. Tras un análisis exhaustivo de los graduadores utilizados en los criterios de evaluación de los currículos, se seleccionaron los más significativos para su uso sistemático en la redacción de los descriptores: Son graduadores términos como Ayuda/Autonomía; Frecuencia/Eventualidad, Sencillez/Complejidad; Concreción/abstracción, Funcionalidad y contexto; Rutina/Creatividad; Automatismo/Conciencia, Obligación/Motivación, Perfección del producto.
Los descriptores ilustran una realidad observable, tanto de un desempeño (proceso) como de sus resultados. Son las señales que el docente detecta durante la práctica musical en el aula. Son constatables. Por ello, cada descriptor se compone de una selección de los indicadores propios de la competencia, y de los graduadores que se han considerado convenientes para establecer una progresión ordenada, tomando siempre como primera referencia los documentos normativos.
- “El estudiante descubre las características de una pieza musical (su estilo, época, cultura), su estructura melódica y rítmica, su universo poético...”.
- “El alumno utiliza un vocabulario específico y preciso para designar lo que ha escuchado”.
- “El alumno destaca las relaciones de los distintos elementos entre ellos: repeticiones, variaciones, rupturas, modulaciones...”.
- “El alumno establece una relación entre lo que se oye y un documento escrito (esquema, partitura, elementos temáticos...)”.
En ningún caso los descriptores son preceptivo, esto es, de obligado cumplimiento. Como dice Zabala, “las competencias no “se saben o no se saben” sino cuál es el grado de eficiencia con el que éstas se aplican.” (Zabala y Arnau 2007)
Referencias Bibliográficas
ZABALA A.; ARNAU, L. (2007): Cómo aprender y enseñar competencias: 11 ideas clave. Barcelona: Graó. (p.174)
ZARAGOZÀ, J.L: (2009) Didáctica de la música en la educación secundaria. Competencias docentes y aprendizaje. Barcelona: Graó
Normativa legal
Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación. Boletín Oficial del Estado (04/05/2006), 1006, 17.158-17.207. Disponible en línea en <www.boe.es/boe/dias/2006/05/04/pdfs/A17158-17207.pdf>