Si permaneces en una habitación pintada de rojo, a los pocos minutos tu pulso se acelera, aumenta tu tensión sanguínea y tienes la impresión de que hace más calor, aunque la temperatura no haya variado.
Si ahora te sitúan en una estancia azul, pronto notarás todo lo contrario: el pulso se te relaja, la presión sanguínea disminuye y percibes que tu temperatura ha bajado.
Si experimentamos esta misma prueba con animales capaces de ver el color el resultado será idéntico.
Conclusiones: El color te influye, como ser vivo que eres. Existe una gama de colores que llamaremos cálidos y una gama de colores que llamaremos fríos.