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La Península Ibérica en la Edad Media: Los Reinos Cristianos |
Manifestaciones artísticas - Camino de Santiago - Cadena de ciudades
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Las ciudades del camino, con muchos aspectos comunes al resto de las ciudades de su tiempo, fueron el marco físico donde se plasmaron las aportaciones económicas, sociales y culturales de los peregrinos. El impulso urbano del camino de Santiago hay que ponerlo en relación con el renacer urbano europeo entre los siglos XI y XIII, con una expansión de la vida urbana tanto en lo referente a ampliación de las ciudades existentes, como surgimiento de otras nuevas. Este impulso urbano estuvo en relación con la mejora de la economía agraria, el incremento demográfico, y el impulso a la artesanía y el comercio. Este renacer tuvo su eco en los reinos hispánicos de la franja norte peninsular, que tras la conquista de territorios de Al Andalus, tenían por delante un proceso de repoblación; a partir del siglo XI, las tierras conquistadas al Sur del Duero se repoblarían mediante concejos, con un importante apoyo de monarcas y obispos, que concedían fueros a los habitantes.
El impulso urbano en el territorio atravesado por el camino de Santiago presenta peculiaridades que le dotan de especial personalidad. Las razones del impulso urbano en este territorio habría que relacionarlas con la llegada de peregrinos. El camino principal, junto a los secundarios, se vio jalonado en principio de edificios necesarios para asistir a los peregrinos: hospitales, iglesias, hospederías, así como de infraestructuras que facilitaran el paso de estas gentes: puentes o la calzada en sí misma. En lugares donde se fueron creando estas infraestructuras o edificios fueron poco a poco surgiendo ciudades. No se fundaron las ciudades, fueron surgiendo de manera espontánea. A estas razones habría que añadirle el impulso económico que significó el paso de peregrinos; el desarrollo de mercados, el asentamiento de artesanos y mercaderes, fueron otros pilares para la construcción de estas ciudades. Además no faltó el apoyo y ayuda de los monarcas y obispos, concediendo fueros a los recién llegados. |
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