Precisamente en la actualidad ultima su tesis doctoral que versa sobre la temática de esta entrevista: la elaboaración de una ópera escolar. Tuvo la gentileza de dedicarnos unos minutos.Ya tuvimos la oportunidad de ver un anticipo de esta entevista en el canal de vídeo que no debéis dejar de visitar. También hemos tratado el tema en la propia revista de Rem en el post sobre ópera y educación. Esta entrevista viene a culminar este tema candente con las opinones de Ángel Ocaña, que nos ha dedicado unos minutos:
PREGUNTA: Siempre resulta interesante encontrar proyectos que se salen un poco del currículo oficial o que prescinden del libro de texto… ¿qué te ha impulsado a investigar en el aula?
RESPUESTA: Curiosa presentación…
En verdad, en ningún momento pensé en querer “salirme” del currículo. De hecho, esta postura podría situarse fuera del marco educativo legal. Lo que sí intenté hacer, fue que éste se convirtiera en un elemento mucho más significativo y cercano para mis alumnos, con intención de que lo desarrollaran de una forma más personal e individualizada.
Para ello, y como bien comentas en la presentación de esta primera pregunta, opté por desmarcarme parcialmente de los libros de texto. Ello se debe a que considero a los libros de texto como “recetas” diseñadas para ser aplicadas indistintamente a cualquier grupo de alumnos, y eso, difiere bastante en cuanto a mi posicionamiento inicial de cómo hay que abordar el currículo. Como ya comenté anteriormente, creo que son los alumnos quienes tienen que desarrollar el currículo para que de esta forma sea realmente sólido y significativo su trabajo, y no al revés.
Pasando ya a contestar a tu primera pregunta, te diré que mi acercamiento al mundo de la investigación se debió, principalmente, a la necesidad que tenía de encontrar respuestas a todas esas inquietudes que se fueron generando en mí a lo largo de mis primeros años como docente. Entre ellas, destacaría la falta de interacción que existía entre la clase de música y el resto de la actividad educativa que se realizaba en el centro, y la escasa implicación personal que suscitaba en los alumnos las actividades musicales que les proponía.
P. ¿Y por qué la ópera?
R. Bien… La ópera puede ser considerada como ejemplo de Arte Total. En ella interactúan diversas artes como puedan ser la música, la literatura, las artes plásticas, la dramatización… Por este motivo, la idea de crear “óperas escolares” se presentó ante mí como una oportunidad para romper esas barreras que se habían establecido entre el aula de música y el resto de la actividad educativa del centro. Quería trabajar el currículo de una manera globalizada, y la ópera podía convertirse en ese nexo de unión entre las diversas áreas curriculares establecidas por el currículo.
P. ¿Cuáles eran los objetivos y contenidos que te planteabas alcanzar o trabajar con esta experiencia?
R Concretamente, todos aquellos que determinaba el currículo para las áreas de Educación Artística y Lengua y Literatura. Cada una de estas áreas aportó al proyecto sus contenidos y objetivos específicos: en música, trabajamos principalmente aspectos de creación e interpretación musical; en plástica, el trabajo consistió esencialmente en el diseño y creación de los decorados, el vestuario y el logotipo de la ópera; en lengua, mediante el desarrollo del libreto de las óperas trabajamos la redacción tanto en verso como en prosa, así como también la lectura, la corrección y la dramatización de diversos textos...
Lo esencial en este proyecto no era trabajar sobre “15 temas” de lengua, u otros tantos de música a lo largo del año, sino desarrollar esos “15 temas” a partir de nuestro trabajo. Los objetivos y los contenidos debían ser simplemente las guías, las pautas por donde encaminar nuestro trabajo diario... No teníamos que trabajar la rima asonante o la forma ternaria “porque tocaba”, sino porque necesitábamos ese conocimiento para desarrollar y hacer mejor nuestro trabajo. En este caso, la ópera.
P. ¿En qué medida fueron alcanzados?
R. Considero que los alumnos alcanzaron grandes logros a raíz de esta experiencia. Tener un marco de referencia constante como pueda ser la ópera, ayuda a los alumnos a situarse dentro de los nuevos conceptos y contenidos a trabajar con una mayor facilidad. Pueden ligar unos conceptos con otros sin grandes dificultades y dotan a éstos de un carácter mucho más amplio y globalizador que cuando se trabajan de manera independiente.
Al mismo tiempo, esta experiencia benefició a los alumnos no sólo en el ámbito curricular, sino también en el personal, ya que la ópera se llevó a cabo mediante un trabajo cooperativo en donde todos pudieron sentirse parte activa del grupo-clase.
Quisiera destacar también que, a lo largo de este proyecto, los alumnos avanzaron notablemente en cuanto a sus capacidades y aptitudes musicales. Sin duda, en un proyecto como éste la música toma un peso considerable, siendo su repercusión mucho más intensa que cuando se trabaja de forma puntual y descontextualizada.
P. ¿Cómo afectó o integró la experiencia a otras áreas del currículum?
R. En cuanto al resto de áreas curriculares, su aportación fue bastante menor, aunque también hubo momentos interesantes. Por ejemplo, en Matemáticas nos ayudó mucho el hecho de crear los decorados a escala para comprender bien este concepto, en Conocimiento del Medio, se mantuvieron unos debates bastante interesantes sobre los movimientos de migración de las poblaciones (una de las óperas trata sobre el racismo y la llegada de inmigrantes a España)…
Lo más importante, es que todo lo que ocurría en clase, de una forma u otra, se relacionaba con la ópera que estábamos realizando, y ello, permitía a los alumnos engancharse con más facilidad a las actividades desarrolladas en el aula, y comprender mejor todos esos conceptos.
P. ¿Qué competencias desarrolla?
R. Evidentemente, la competencia que más se desarrolla mediante este proyecto es la “Cultural y Artística”. Crear tu propia ópera escolar conlleva la realización de muy diversos trabajos como puedan ser la redacción de un libreto, la composición de la música, el diseño de los decorados… y finalmente, dar forma a todas esas ideas poniéndolas encima de un escenario. Si antes decíamos que podemos entender la Ópera como un género de Arte Total, ahora podemos decir que este proyecto conlleva un desarrollo global de la competencia “Cultural y Artística”.
En cuanto al resto de competencias, destacaría la importancia de la “comunicación lingüística”, por aquello de ser un trabajo cooperativo en donde todos los alumnos han de aportar ideas, debatirlas y desarrollarlas conjuntamente.
La competencia “Social y ciudadana” también se ve bastante influenciada. Para llevar a buen puerto este trabajo cooperativo, hay que tener bien asentados ciertos hábitos, tales como el respeto a las opiniones de los demás y/o el respeto al turno de palabra. Del mismo modo, ponerse en la piel de los personajes y pensar en por qué unos actúan de una forma y otros de otra, conlleva a que los alumnos realicen un fuerte ejercicio de empatía que posteriormente pueden aplicar en sus vidas cotidianas.
Otras competencias que se desarrollaron enormemente a raíz de este proyecto fueron las competencias de “Aprender a aprender” y la de “Autonomía e iniciativa personal”. Como creadores de sus propias óperas, los alumnos tenían que buscar constantemente soluciones a los problemas que se nos presentaban en clase, y como intérpretes de sus obras, cada cual debía responsabilizarse del rol que le fuera asignado para no dañar el desarrollo del trabajo colectivo.
En cuanto al resto de competencias: “Tratamiento de la información y competencia digital”, “Matemática” y “Conocimiento e interacción con el mundo físico”, su aportación pudo darse de forma esporádica, aunque no resultó ser tan significativa como las mencionadas anteriormente.
P. ¿Cómo reaccionó el resto de la comunidad educativa? Los compañeros, la dirección del centro, los padres, los propios alumnos…
R. Al principio, cada uno de ellos reaccionó de una forma diversa, aunque creo que todos ellos podrían aglutinarse en torno al término “incertidumbre”.
El Equipo Directivo lo recibió bastante bien, ya que cualquier tipo de proyecto innovador que se ponga en marcha en un centro parece que le da a éste un soplo de aire fresco y de vida; aunque por otro lado, y dada su posición institucional, m pidieron que todo estuviera bien argumentado y definido.
Mis compañeros, conocedores del trabajo y esfuerzo que conlleva separarte de los libros de texto, se mantuvieron expectantes y me dieron ánimos por lo que pudiera venírseme encima.
Los padres, de forma generalizada, no lo afrontaron mal del todo. Se mostraron muy animados, aunque un poco desorientados. Tenían muchas dudas sobre cómo se iba a desarrollar, y qué repercusión podría tener éste en el devenir de la clase. Que el proyecto partiera del aula de música, en principio, le restaba de cierta importancia, pero existía bastante preocupación por si el proyecto podía “despistar” a los alumnos del resto de sus tareas.
Los alumnos, en los primeros compases, lo tomaron con cierta incredulidad. No tenían una noción muy clara de qué era aquello en lo que se iban a meter, qué se esperaba de su trabajo, etc.
Al final, esa sensación inicial de incertidumbre se sustituyó por otra de sorpresa. Toda la comunidad educativa quedó encantada. Tanto con el trabajo desarrollado como por el impacto que este proyecto conllevó no sólo en los alumnos que desarrollaron la ópera, sino también en todo el centro.
P. En este sentido, ¿hasta qué punto los alumnos/as cambiaron su opinión sobre el género?
R. Trabajar “desde dentro” siempre te hace “vivir” las cosas de otra manera. Por tanto, la percepción de los alumnos sobre este género cambió radicalmente.
Recuerdo que el día que acudimos a ver una ópera por primera vez, como toma de contacto con este género e iniciación al proyecto, muchos niños se reían cuando escuchaban a los personajes cantar, tuvieron dificultades para seguir el argumento de la obra e incluso no llegaron a apreciar todas las cosas que ocurrían en el escenario. Sin embargo, en la segunda visita, con nuestra primara ópera ya casi terminada, su actitud cambió substancialmente. Tomaron ideas para mejorar nuestra ópera, apreciaron la dificultad a la hora de engranar todos los personajes, la escenografía… en definitiva, se empaparon de la obra. La disfrutaron.
P. ¿Y no es paradójico que, un género que permite tantas posibilidades educativas, no figure en el currículum de primaria?
R. Como ya dije anteriormente, creo que el currículo ha de tomarse como una guía a partir del cual desarrollar tu trabajo en el aula. Se le da cuerpo día a día, con los alumnos. Si no está en “la receta” es porque ésta tiene que tener un carácter muy generalizado para poder abarcar a muchos grupos. Tú puedes tratar la ópera de manera puntual, “desde fuera”, o puedes meterte de lleno en ella, “desde dentro”. Puedes tratarla como la unidad didáctica “que toca”, o puedes hacer girar todo el trabajo del aula en torno a ella. Por tanto, que esté reflejada en el currículo no supone “a priori” una garantía de éxito o conocimiento.
P. En este sentido, ¿crees que hay algún otro género o contenido que debería tener su espacio en el currículo y que actualmente no lo tiene? ¿Por qué?
R. Con esta perspectiva de currículo flexible y abierto que te he mencionado ya, cualquier género o contenido musical podría ser tratado. Sólo hay que llegar hasta él partiendo y respetando siempre las líneas o pautas básicas de actuación citadas en la ley.
Por ejemplo, si el nuevo currículo de música te propone “componer”, empleando para ello un compás de cuatro tiempos y una escala pentatónica, ¿qué más da si lo que compones es una ópera, un villancico o un blues? Todo dependerá de los intereses que en ese momento tengan tanto el profesor como los alumnos. Las pautas de actuación son para adaptarlas a tu situación particular, no para reproducirlas una y otra vez en el vacío.
P. Si tuvieras que repetir la experiencia, ¿qué cambiarías en su proyecto o realización?
R. Varias cosas…
Por un lado, tendría que adaptar el proyecto a las necesidades e intereses del grupo que se comprometiera a llevarlo a cabo. Por otro, la experiencia me ha ido orientando hacia cómo abordar los diversos trabajos que conlleva la creación de una ópera escolar de una manera mucho más eficaz y significativa para los alumnos. Por ejemplo, tendré que tener mucho más cuidado a la hora de distribuir el tiempo entre las fases de creación y montaje de la ópera. Un exceso de la primera conlleva a una puesta en escena pobre, y un trabajo pobre en la primera no da mucho juego en la segunda.
P. Una vuelta de tuerca más… ¿cómo crees que se podría enriquecer la experiencia?
R. Bien, te comentaré que estoy planeando llevar a cabo este proyecto con un equipo de profesores investigadores, en donde cada cual es especialista en un determinado rol: música, escenografía, escritura creativa… queremos indagar con una mayor profundidad en cada una de estas facetas artísticas, para que de esta forma los alumnos puedan desarrollar sus múltiples capacidades de una forma mucho más intensa.
P. ¿Qué razones darías a tus compañeros docentes para iniciar proyectos innovadores como el tuyo (u otros), en el aula de música?
R. Supongo que cada cual tendrá que buscar sus razones. Yo no soy nadie para decir a mis compañeros lo que tienen, pueden o convendría que hicieran... Lo que sí puedo hacer, es compartir con ellos las sensaciones y experiencias que extraje tras la puesta en marcha de este proyecto.
En primer lugar, comentaré que este proyecto me hizo crecer no sólo como docente, sino también como persona. Mi trabajo adquirió un mayor significado, acudía al centro con ganas de descubrir qué nos iba a deparar ese día, disfrutaba trabajando junto a los alumnos en las sesiones destinadas al proyecto, y lo que es más importante, ellos también disfrutaron conmigo.
En segundo lugar, destacaré el clima que se generó no sólo en la clase, sino también en el centro, permitiendo a los alumnos centrarse de una manera más positiva en sus tareas.
También quisiera subrayar el cambio de perspectiva que sufrió la clase de música en el centro. Pasó de estar ahí, como un anexo, a ser un punto de referencia para la actividad global del centro.
Por tanto, puedo decir que todo el esfuerzo, tiempo y sacrificio que conllevó romper con la “rutina convencional” del aula, se vio gratamente compensando por el trato tan personal y enriquecedor que conseguí tanto con los alumnos como con sus familias, así como por el valor que se le reconoció a la clase de música dentro de la comunidad educativa.
La educación musical, quizás, no cuente con el mejor contexto ni los mejores recursos para trabajar, pero nadie nos puede quitar la ilusión y las ganas de cambiar estas situaciones. Entre todos, granito a granito, podríamos hacerlo. ¡Ánimo!
Muchas grqacias y mucha suerte