Al igual que las texturas visuales, las texturas táctiles cumplen en muchos casos una función útil sobre las formas. Muchos de los objetos de uso cotidiano de los ámbitos más diversos, el mobiliario urbano o la propia la arquitectura, muestran en sus superficies texturas táctiles que no tienen una función meramente decorativa o estética sino que tienen que ver con la función que esos objetos deben desempeñar.
La escritura Braille, la superficie pulida de un tobogán, la rugosa de un volante, las pequeñas nervaduras de los tapones de un rotulador, las tramas de las gasas estériles o los diseños geométricos de los neumáticos son texturas pensadas para facilitar y mejorar el rendimiento de los objetos aunque en muchos casos el diseñador elija la manera más atractiva para presentarlas.