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Crisis
de los Misiles |
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A mediados de octubre de 1962 la isla mayor de las Antillas, Cuba, tuvo un protagonismo indiscutible en el complejo sistema de relaciones internacionales durante la guerra fría. Aviones espías estadounidenses detectaron en el norte de la isla caribeña la construcción de rampas de misiles con capacidad para contener cabezas nucleares, orientadas hacia territorio norteamericano.
La
Unión Soviética, quien se encontraba detrás de este hecho, intentaba
con ello dar un paso hacia la paridad estratégica nuclear con Estados
Unidos, con gran presencia militar en el continente europeo y con
misiles orientados a territorio soviético, así como apoyar la recién
revolución política llevada a cabo por Fidel Castro en Cuba ante las
amenazas norteamericanas.
En un mensaje televisado el entonces presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, expuso la situación y las medidas que su gobierno iba a poner en práctica: un bloqueo naval a Cuba en un radio de 800 kilómetros. La respuesta del líder soviético, Nikita Kruschev, contribuyó a aumentar la tensión al criticar la política de actuación estadounidense y buscar apoyos fuera de sus fronteras ante una posible actuación bélica.
Desde el día del comienzo del bloqueo, 24 de octubre hasta el 28 del citado mes, la situación hizo temer el estallido de una tercera guerra mundial. El intercambio de mensajes entre ambos bloques fue continuo y tenso, así como las sesiones celebradas en Naciones Unidas al respecto. Las exigencias eran recíprocas: compromiso estadounidense a no invadir Cuba así como la retirada de misiles instalados en Turquía, a cambio de quitar los misiles de Cuba. La crisis fue neutralizada dos semanas después, cuando Nikita Kruschev acordó, pese a una airada protesta de Fidel Castro, retirar los proyectiles.
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