La historia filmada


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La historia filmada: diez tesis sobre el cine y la historia

"El film histórico consciente de sus poderes sirve para que el espectador olvide la aparentemente insalvable separación entre pasado y presente, para ponerle en una situación conflictiva frente a la seguridad de un pasado ya clausurado y superado, fosilizado en las páginas de los libros de Historia e inoperante sobre la actualidad".
José Enrique Monterde

1. El cine es representación, pero la historia escrita también
Ingenuamente se suele oponer el cine histórico -considerado como discurso subsidiario, de segundo orden- frente a la historia escrita, que sería la verdadera historia. Con ello se olvida que la historia es una abstracción, una reconstrucción o interpretación de los hechos del pasado, vehiculada a través de formas expresivas concretas (representaciones) como son los textos escritos. En principio, nada impide que un texto audiovisual -poseedor también del lenguaje verbal propio de la historia oral y escrita- sirva para la reconstrucción de hechos y procesos históricos.

2. La coartada cultural y el exotismo son obstáculos para el conocimiento en el cine histórico
El cine comercial se ha valido de argumentos ambientados en épocas y espacios lejanos en el tiempo -y, por tanto, exóticos para los espectadores actuales- con el fin de otorgar espectacularidad y gratificar al público que se siente testigo privilegiado de otras culturas. Ese cine de grandes presupuestos, colosalista, cuidadoso en los grandes decorados y el vestuario llamativo funciona con clichés, privilegia determinadas épocas y, en definitiva, presenta un conocimiento estereotipado y tópico de los temas históricos que acaba sustituyendo al verdadero.