La herencia hispana de Carlos II resultaba muy tentadora para las potencias europeas, especialmente sus posesiones americanas. Felipe V logró mantener el dominio de esos territorios, pero no pudo conservar el monopolio del comercio con las Indias, del que España tenía ya por entonces una participación muy pequeña.

El control sobre el Caribe se había perdido ya desde el XVII, ante la fuerza naval y comercial exhibida por los ingleses, principalmente. Y tuvieron que hacerse concesiones a Francia, Holanda o Inglaterra, según estipulaba el Tratado de Utrecht:

• Navío de permiso: autorización a Inglaterra a comerciar con un barco de 500 toneladas por cada flota española. En la práctica, el navío permitía la extensión del contrabando casi sin límites.
  
  
• Asiento de negros. Monopolio de la trata de esclavos, en manos inglesas.
  
  

1. Mantener la integridad territorial de las Indias, combatiendo la amenaza de Portugal (sobre Sacramento), de Inglaterra (sobre las Malvinas y el Caribe) y de rebeliones internas (por influencia de la independencia norteamericana).
   
   
2. Obtener recursos económicos para emprender las reformas necesarias en América y, sobre todo, en la Península. Por varios medios:
   
   
   • desarrollar la minería y la agricultura para obtener materias primas,
     
   • limitar la industria en América para que dependiera de la metrópoli,
     
   • reformar la fiscalidad y las aduanas, a través de los intendentes (lo que
     aumentó la presión fiscal y provocó protestas en Las Indias),
     
   • trasladar la Casa de Contratación a Cádiz y
     
   • crear compañías de navegación para fomentar el comercio.