La creación de experiencias educativas pasa por una transformación de lo que sabemos y de lo que presentamos. La transmisión del conocimiento ha pasado de ser completamente textual a utilizar otros medios que, en muchos casos, es muy superior al modelo escrito.
La potencia que nos brinda la imagen y el sonido está muy por encima de lo que nos permite obtener el texto en determinadas circunstancias. Esto no quiere decir que haya que dejar de usar el texto y su transmisión es-crita como forma de aprendizaje, simplemente que hay que convivir con otras que nos permiten obtener mejores resultados para ciertas circunstancias.
Ese necesario paso, que en principio debería haberse dado en las escuelas con la introducción del vídeo analógico, y que no fue así por múltiples circunstancias pero en especial por la falta de cambio metodológico, no tiene ahora vuelta atrás, ya que una de las principales trabas era el alto coste de adquisición de dispositivos que graban y emiten. La red, una vez más, ha permitido convertir un pero en un pro.