Intuyo a Sergio Blardony como un trabajador incansable, tanto en su faceta de compositor como a la hora de generar proyectos innovadores. Y digo "intuyo" porque a pesar de haber colaborado en uno de esos proyectos y de que ambos vivimos en la misma ciudad, nunca nos hemos conocido personalmente. Esa es la "magia" de la tecnología, que nos permite colaborar, debatir o compartir sin importar la coincidencia en el tiempo o en el espacio. Y eso es también lo que, desde hace más de una década, permite el Conservatorio Virtual, uno de sus grandes proyectos: acceder a cursos de formación musical independientemente del lugar en el que cada uno viva o de la disponibilidad horaria.
A.G.: ¿Qué es el Conservatorio Virtual y cuándo comenzó su andadura?
S.B.: Conservatorio Virtual es un centro de estudios on-line que comenzó a impartir cursos hace una década, en un ya “lejano” año 2002. Pero también es una plataforma de gente inquieta que intenta investigar y promover proyectos relacionados con la música y la educación. El paso principal que hace caminar el proyecto y permite canalizar estas inquietudes se produce sobre todo a partir de 2006, cuando IFIDMA (Instituto para la Formación, Investigación y Desarrollo de la Música y otras Artes) pasa a llevar toda la organización académica de Conservatorio Virtual. Este fue un paso clave, donde se incorporaron personas muy valiosas, de diferentes disciplinas, que han hecho posible marcar direcciones más precisas, hacer funcionar el proyecto y dar una perspectiva de futuro (incluso en estos tiempos, con el gris como fondo en casi todas partes).
A.G.: ¿Por qué ofrecer cursos de música online?
S.B.: En realidad, si nos fijamos bien, deberíamos pensar que la música, al igual que ocurre con las artes visuales, son artes que se mueven en un entorno de “requerimientos sensoriales”. Desde hace ya años las nuevas tecnologías, y en particular Internet, hacen posible trabajar de manera muy efectiva con todo tipo de recursos multimedia, por lo que, teóricamente, el contexto es idóneo para la música y todo aquello que trabaje con el sonido. Y también con el sonido en referencia a lo visual; estoy pensando, por poner un ejemplo sencillo, en la potencia didáctica de una simple animación sobre la grafía musical mientras escuchamos una determinada música. A partir de ahí, las posibilidades son inmensas, desde ir puntuando determinados aspectos que puede interesarnos resaltar con una intención pedagógica, hasta un complejo análisis musical, donde podemos introducir todo tipo de interactividad. Este tipo de recursos y aplicaciones son herramientas posibles y habituales en la enseñanza musical online. ¡Y no digamos si todo esto lo utilizamos en un estudio de las relaciones entre diferentes disciplinas! Todo esto se puede trabajar a través de cursos online. Si se es consciente de que esto es así, es fácil llegar a la conclusión de que hay que trabajar en esa línea, con esos formatos.
A.G.: ¿Cuál es la oferta educativa del Conservatorio Virtual? ¿Y los cursos más demandados?
S.B.: En su primera etapa el proyecto se centro en cursos de especialización, sobre todo en el área de creación musical. Después, orientamos la oferta hacia la formación del profesorado de enseñanzas artísticas, sobre todo música, ya que veíamos que era un colectivo docente que tenía muy poca oferta formativa y que resultaba necesario potenciarla. A través de un convenio con el Ministerio de Educación, a partir de 2008 comenzamos a diseñar e impartir planes de formación destinados a profesorado, cursos que están homologados con créditos y son válidos para oposiciones, traslados, sexenios, etc. Respecto a los cursos más demandados, es difícil decirlo ya que cada convocatoria nos ha ido dando sorpresas. En el plano de formación del profesorado quizá hay dos líneas que podemos considerar “de éxito”: los cursos que se ocupan de cuestiones específicamente didácticas y aquellos que tratan, de una u otra forma, las nuevas tecnologías.
A.G.: ¿Cuál es el perfil de los estudiantes que se apuntan al Conservatorio Virtual?
S.B.: Bien, en esta división de la oferta educativa que te he comentado –especialización musical y formación del profesorado– se dan dos perfiles bastante diferentes entre sí: para el curso “Técnicas de composición de música para el cine” (la actividad que actualmente ofertamos en materia de especialización) el alumnado es muy variado ya que, dada la amplitud de la materia y cómo está conformado el mundo de la composición de música para la imagen, no es necesario que el alumno posea una formación estrictamente académica. En el caso de la formación del profesorado, dentro del colectivo de docentes de música el espectro es muy amplio, pero podría corresponderse con la realidad laboral en España: mayoritariamente profesorado de secundaria; después, a poca distancia, profesores de conservatorios y escuelas de música; finalmente, infantil y primaria. También se puede señalar una presencia –aún no muy numerosa, pero que ha ido in crescendo en los últimos tiempos– de docentes procedentes de Latinoamérica.
A.G.: En este conservatorio no se ofertan clases para aprender a tocar instrumentos. ¿Por qué?
S.B.: Este es un aspecto que hemos ido posponiendo en varias ocasiones de forma muy consciente, pero que sin duda abordaremos a corto o medio plazo. De hecho, hicimos hace ya bastantes años algunas pruebas en el contexto de la enseñanza de la cuerda alta (violín y viola) y el saxofón, pero no obtuvimos resultados suficientemente positivos. La razón principal era la misma que pensamos que no se ha solucionado definitivamente todavía a día de hoy: conseguir una transmisión con una calidad de audio y vídeo suficiente para garantizar una clase en tiempo real. Y digo “garantizar” porque entendemos que el alumno no puede ni debe estar pendiente de la tecnología, de si el sonido tiene cortes o se pixela la imagen del vídeo. Pensamos que en este asunto no hay medias tintas: o todo va como la seda o nada funcionará, sobre todo porque está plenamente demostrado que el alumno, ante adversidades de tipo tecnológico, pierde rápidamente el interés. Si queremos virtualizar una clase presencial –y esta sería, para nosotros, una importante condición que debería cumplir la enseñanza del instrumento a través de internet– es imprescindible que el alumno se olvide de que trabaja en un entorno tecnológico y así pueda centrarse en el estudio de la materia. Si no se minimizan los errores hasta un punto que podamos considerar realmente anecdótico, esta vía no funcionará realmente, al menos en la potencialidad que se le supone. Y en ese espacio de pruebas es donde el Conservatorio Virtual se mueve desde hace bastante tiempo: por una parte, investigando y evaluando tecnologías concretas, y por otra, observando cómo evolucionan aspectos que nunca podremos controlar, como las velocidades de conexión domésticas, los recursos del hardware en un equipo medio personal, las nuevas plataformas: tablets, móviles, etc.
A.G.: Hay cada vez más ofertas de aprendizaje musical "práctico" online, sobre todo en Estados Unidos. Algunos ejemplos serían los de Berklee o el de ArtistWorks. Cierto es que en España hemos tenido algunas experiencias pioneras, como la Virtual Drummer School, y más recientemente el Máster en Interpretación e Investigación Musical de la VIU, aunque las ofertas siguen siendo limitadas. ¿Cuál es su opinión sobre estos cursos? ¿Se puede aprender a cantar, tocar un instrumento, dirigir... online? ¿Es más posible en ciertos niveles que en otros?
S.B.: Aquí se impone una aclaración: yo no sólo hablaría de niveles sino también pensaría en los objetivos. Es decir, no tengo muy claro si los ejemplos que me nombras pueden realmente formar intérpretes de nivel, al menos tal y como lo harían profesores de esos mismos lugares actuando presencialmente. Observo que la mayor parte de las ofertas se basan en materiales grabados previamente. En esta metodología el necesario intercambio de experiencias y conocimientos profesor-alumno queda supeditada al tiempo diferido, es decir, por ejemplo, grabando el alumno una serie de dudas y subiéndolas al servidor para que el profesor responda con otro vídeo. No estoy seguro de que esta vía sea efectiva para todos los casos, sobre todo en niveles iniciales, donde un seguimiento profundo por parte del profesor es muy importante para evitar problemas futuros. En el caso del máster de la VIU, es un proyecto nuevo y hará falta conocer resultados más a fondo para valorarlo seriamente. Es cierto que es un caso en el que se introduce la tutoría con videoconferencia, aunque en este sentido me remito a lo que te comentaba antes: dependemos de factores bastante variados que –hoy por hoy– no pueden todavía ser controlados en su totalidad por el que sirve la tecnología para transferir la información. Si en el máster de la VIU se trabaja en un entorno muy controlado en este aspecto, seguramente la experiencia en la clase instrumental será exitosa. Por ejemplo, esto puede darse sin problemas si el alumno permanece en el entorno físico de un campus físico con wi-fi, donde la propia universidad sí puede determinar y controlar un ancho de banda y velocidad para mantener una calidad suficiente en la transmisión de audio y vídeo. O lo que ya es un hecho en muchas universidades norteamericanas (y en menor medida, también aquí, en Europa): el modelo de clase virtual en donde los alumnos están físicamente en un aula del centro de estudios y pueden recibir clases de profesores que se encuentran a miles de kilómetros de distancia. Pero en ambos casos se produce una contradicción clara con uno de los aspectos más valorados en la enseñanza online: la posibilidad de trabajar sin el condicionamiento de un lugar concreto, evitando desplazamientos, etc. En definitiva, son fórmulas que introducen ventajas pero no soportan otros principios del trabajo a distancia. Es un tema realmente complejo.
A.G.: En tu opinión, ¿cómo ha cambiado la tecnología, en especial Internet, el escenario de la educación musical en los últimos años y cómo piensas que lo hará en un futuro próximo?
S.B.: Sin duda el avance de las tecnologías ha sido enorme en los últimos tiempos, tanto en lo relativo a plataformas educativas, como a la accesibilidad y calidad de equipos y conexiones por parte del receptor (el usuario final, el alumno). Creo que este avance es cada vez más rápido y constantemente vemos cómo muchas de las herramientas y entornos que utilizamos quedan obsoletas y dan paso a otros nuevos. Pienso que en este sentido no hay grandes diferencias con otros ámbitos de la enseñanza, y en gran parte, con lo que vemos que ocurre en los distintos aspectos de nuestras vidas respecto a la tecnología. Sin embargo, creo que se corre un importante riesgo de perecer en una cierta irracionalidad motivada por el enorme influjo que ejerce lo tecnológico en nuestra sociedad, o mejor dicho, el atractivo de la novedad tecnológica, si no atendemos a cuestionamientos de base: por ejemplo, de nada sirve crear un grupo en una red social si no generamos un verdadero espacio didáctico en él, donde realmente se perciba esa forma de comunicación como necesidad o avance respecto a otros medios. Podemos ver grandes ventajas en determinadas tecnologías o maneras revolucionarias de comunicarnos y a la vez no tener tiempo de adaptar las metodologías, o simplemente no ser capaces de preguntarnos por su verdadera utilidad pedagógica. El constante “usar y tirar” en el que se mueve nuestra sociedad genera un mundo complejo y muy fragmentario, en el que a veces la respuesta a las situaciones no puede ser lo rápida que se requiere y esto nos sitúa ante el riesgo continuo de poner el contenedor por delante del contenido. Pasa demasiado a menudo y posiblemente sea en gran parte un problema de tiempos y de preparación; de que no disponemos suficiente tiempo para analizar una realidad cuando otra ya se ha superpuesto y la ha desbancado; y por encima de todo, también es un problema de formación, de lograr capacidades que permitan abordar el problema aplicando un enfoque crítico. Considero que hay que tener cierta calma y no lanzarse a la piscina sin mirar si hay o no agua. Incluso cuando la temperatura ambiente invita a remojarse.
A.G.: Tú eres compositor. ¿Piensas que las nuevas tecnologías también han desempeñado un papel decisivo en este ámbito?
S.B.: Desde luego, pero en este punto hay que aclarar que la actividad compositiva lleva implícita, desde siempre y al menos en los sistemas musicales con base en la escritura, una parte importante de uso de la tecnología. Desde un punto de vista estrictamente teórico, en el momento en que utilizamos instrumentos y disponemos de una grafía específica para indicar nuestra intención sonora y musical, nos encontramos en un entorno tecnológico. Desde luego, hay otras razones para considerar el término “tecnología” vinculado a la composición (no olvidemos su raíz etimológica: téchnē, técnica, oficio, destreza…), pero situándome en tu pregunta sobre las nuevas tecnologías, la incorporación de la informática a mediados del siglo XX viene a abrir otras vías, donde todo el terreno de la llamada “electroacústica” y la composición asistida por ordenador supone una auténtica revolución (más todavía en el momento en que el desarrollo de la informática y el consecuente abaratamiento de hardware y software permite crear el laboratorio doméstico). Es una revolución en varias fases que también tiene consecuencias importantísimas en la composición acústica para instrumentos convencionales (en el plano teórico pero igualmente importante en el práctico, como ocurrió en Francia con los espectralistas). Es un tema enormemente complejo, con muchísimos ángulos de enfoque, y que daría para varias charlas. Pero lo que no se puede negar es que lo tecnológico es un aspecto que cada vez tiene más fuerza en el mundo de la creación artística, y la composición musical desde luego no es una excepción.
Aprovechando para relacionar tu pregunta con alguna de las anteriores sobre las posibilidades de la enseñanza online, sí te puedo decir que mi experiencia en el ámbito de la composición es realmente positiva en este sentido. Así como en las materias interpretativas te he expresado unas dudas muy concretas (y circunscritas precisamente a la capacidad de respuesta de la tecnología), en el contexto de la enseñanza de la composición el feedback profesor-alumno es perfecto, incluso con metodologías y entornos muy simples.
A.G.: ¿Trabajas actualmente en otros proyectos que vinculen música y tecnologías?
S.B.: En mi actividad compositiva –incluida la que llevo a cabo en producciones de tipo escénico-musical– trabajo muy frecuentemente combinando instrumentos acústicos y electrónica (con especial atención al trabajo con la voz, con la palabra, sobre todo en el entorno poético), así que puedo decir que, desde hace ya bastantes años, estoy metido en proyectos donde la tecnología tiene un papel de indudable relieve.
En el entorno educativo del Conservatorio Virtual empezaremos a desarrollar en breve un proyecto bastante novedoso en el que la tecnología tiene un rol principal. No puedo adelantar casi nada porque estamos todavía trazando las bases del proyecto, pero sí que se sitúa en el entorno de las enseñanzas artísticas y que el objetivo principal es precisamente la práctica creativa mediante nuevas tecnologías.
A.G.: ¿Piensas que la formación en TIC que reciben actualmente los estudiantes de conservatorio son adecuadas o suficientes o, por el contrario, ésta sigue siendo una asignatura pendiente?
S.B.: No, no creo que sea adecuada ni suficiente, aunque lógicamente se han producido algunos avances, sobre todo en el uso de plataformas educativas. Pero todavía se utiliza muy poco en este contexto de conservatorios, que no se sabe bien cómo actuar en este terreno. Incluso veo más “impetu” en algunas experiencias muy personales de profesores en secundaria (estoy pensando, por ejemplo, en Adolf Murillo, y su incansable actividad creativa con las nuevas tecnologías y la electroacústica en el aula de su instituto). Creo que las TIC, obviamente teniendo en cuenta el contexto de cada enseñanza, deberían ser mucho más habituales en un mundo en el que las nuevas generaciones –el alumnado del presente, en definitiva– se desenvuelven perfectamente en un entorno tecnológico. Tengo la impresión de que en muchos casos el “asunto TIC” se ha abordado de manera muy burda y sin una planificación mínimamente razonable, es decir, dotando de la tecnología y olvidándose de formar a quienes la deben usar y crear entornos que permitan desarrollar sus potencialidades. Así, hay centros donde se puede decir que la infraestructura no es mala o incluso que es bastante buena, pero no hay proyectos que realmente saquen partido de esos recursos. En un tiempo en el que se apela tanto al ahorro y se tiende a recortar con la misma alegría que antes se gastaba, algunos casos no se comprenden. No tengo la impresión de que a lo largo de los años se haya ido tomando conciencia sobre la importancia y relieve que requiere una verdadera inmersión en las nuevas tecnologías y los tiempos que vienen no parecen indicar avances en este sentido. No soy muy optimista, sobre todo viendo la deriva que nuestro país está teniendo en lo que se refiere al modelo educativo. Veremos…
A.G.: ¿Cómo ves el futuro del Conservatorio Virtual?
S.B.: La crisis nos afecta a todos, aunque creo que sobreviviremos (somos un equipo de gente bastante previsora…). En un contexto como el que vivimos todo se resiente, también la formación del profesorado que hasta la fecha era nuestra oferta principal. Pero ya estamos activando otros proyectos que estoy plenamente convencido de que serán también de gran utilidad para la comunidad educativa, que es, en definitiva, nuestro principal objetivo.
A.G.: ¿Y, en general, el de la enseñanza musical online?
S.B.: Pues por terminar sin alargarme demasiado te diría que, por encima del formato, creo en la importancia del profesor. En este sentido, pienso que la clave está en una docencia vocacional y de compromiso; y esto se logra, entre otras cosas, creando las bases para que el profesor sea socialmente valorado (vamos, más o menos lo opuesto a la situación actual en España). Por supuesto, como hemos hablado, este profesor tiene además que poseer una formación sólida en su materia pero también en todo aquello que le permita aprovechar los recursos de las nuevas tecnologías. En este escenario, obviamente creo que la enseñanza musical online tiene un prometedor futuro, más prometedor cuanto más comprometido esté el profesor con lo que hace. De esto no tengo ninguna duda y por eso apostamos fuertemente por avanzar en este sentido.