De 1996 a 1999 ejerció como profesora de danza española y flamenco en la Escuela de Danza del Gobierno de Navarra y en la Escuela de Danza de Almudena Lobón, en Pamplona. Tras varios años como profesional del baile, decidió emprender un nuevo rumbo trasladándose a Madrid para iniciar su carrera como profesional de la comunicación y relaciones públicas en las empresas Sintel y Lycos España.
En el ámbito de la gestión musical, entre 2002 y 2007 ha sido Coordinadora adjunta y Coordinadora ejecutiva de programas en la Fundación Albéniz, llevando a cabo diversos programas internacionales de la Fundación y de la Escuela Superior de Música Reina Sofía, entre ellos el Ciclo de Lecciones Magistrales de la ESMRS y la Fundación Gulbenkian de Lisboa y el festival “Encuentro de Música y Academia de Santander”, de un mes de duración, en el que se organizan 60 conciertos en 30 localidades de Cantabria con cerca de 150 músicos invitados de todo el mundo.
En su vinculación a la gestión cultural y educativa, además, ha colaborado con la Galería Pepe Cobo en la organización de exposiciones y participación en ferias internacionales y con la Asociación de Centros Autónomos de Enseñanza Privada (ACADE), donde organiza eventos en el sector educativo. En la actualidad compagina esta labor con la enseñanza de danza española en la Escuela Municipal de Danza de Las Rozas (Madrid)...
Entrevista
1. ¿Es la gestión musical una profesión de futuro?
Yo pienso que sí. De hec ho creo que se encuentra en pleno desarrollo. El razonamiento es muy sencillo: los jóvenes ven, cada día más, la música clásica como una salida profesional y no tienen miedo a estudiar la carrera de violín, de piano, de fagot o de percusión como posible forma de vida, lo cual genera, por un lado, la potenciación de actividades musicales y, por otro, la creación de nuevos públicos para dichas actividades. Parece muy básico pero, mientras siga creciendo la actividad musical en España, tanto las instituciones públicas como la iniciativa privada tendrán que adaptarse a las nuevas demandas culturales. No hay más que ver la cantidad de jóvenes músicos españoles y extranjeros que desarrollan su profesión en nuestro país y la cantidad de festivales, concursos, orquestas, certámenes y actividades musicales que se ha ido generando en cualquier punto de España en los últimos años.
2. ¿Cree que la adhesión de España a la Unión Europea ha influido en el desarrollo y promoción de la gestión cultural en nuestro país?
Por supuesto. Creo que las políticas culturales de la Unión Europea han contribuido en el desarrollo de la cultura en dos aspectos importantes: por un lado, han supuesto un avance en la gestión de la cultura y el patrimonio de cada país por la cantidad de subvenciones e iniciativas que se han ido poniendo en marcha, lo cual repercute no sólo en el enriquecimiento y mejora de los países sino en el desarrollo de las personas, en un incentivo para potenciar el sector turístico y, en definitiva, en su enriquecimiento y promoción exterior. Por otra parte, la UE ha impulsado multitud de políticas culturales que hacen que los países creen programas interculturales entre países de manera que se favorezca la movilidad de la cultura y de sus artistas entre los distintos estados, favoreciendo así proyectos itinerantes y la interrelación de todos los recursos y agentes culturales que intervienen en cada país. Programas europeos como Cultura 2000 han sido importantísimos en los últimos 10 años.
3. Tengo entendido que en países de Iberoamérica la gestión cultural es un campo en continuo desarrollo. ¿Varían mucho los planteamientos respecto a países como España?
Bueno, hay que tener en cuenta que algunos países de Iberoamérica, tanto política como económicamente, están viviendo grandes cambios y esos cambios afectan a todos los ámbitos, también en el terreno de la cultura, potenciando sobre todo sus raíces, el folclore, el patrimonio… Desde el punto de vista de la literatura o las artes escénicas, no cabe duda de que hay países con una sólida tradición cultural, musical, etc., como pueden ser Venezuela, Brasil, Chile o Argentina, y en estos casos, su evolución es continua y su aportación es siempre muy rica y beneficiosa para el conjunto de la cultura. Creo que, de cualquier manera, lo que diferencia a cualquier país de Sudamérica de España es la precariedad de los recursos y la falta de iniciativa privada para sustentar el desarrollo de los proyectos que puedan surgir. Aunque, también es cierto que, lamentablemente, eso también ocurre en nuestro país!
4. ¿La alternancia en el gobierno de PSOE y PP afecta a la promoción y desarrollo de este sector? o dicho de otra manera ¿cree que la gestión cultual es progresista o conservadora?
Tradicionalmente, y erróneamente desde mi punto de vista, se piensa que la cultura es de izquierdas; es decir, que va de la mano de políticas progresistas con matices transgresores, vanguardistas y rompedores, por decirlo de alguna manera. Por supuesto que el arte avanza gracias a artistas que rompen con lo establecido, que son capaces de realizar sus aportaciones de forma radical y en cierta manera algo escandalosa, buscando la novedad, lo diferente y desatacarse del resto. Pero, eso no quiere decir que, porque sea algo novedoso, sea válido. Yo sólo entiendo de arte bueno y el que no lo es (por decirlo de una forma diplomática) y eso se traduce en tener y aportar sensibilidad, calidad y tener algo que decir. Si un artista no tiene nada que decir, en la faceta artística que sea, podrá dar un golpe de efecto puntual, pero no conseguirá trascender en el tiempo. Creo que esta visión va reñida con una cultura conservadora o progresista, pues lo que al final va a primar es la calidad y la trascendencia que esa manifestación artística pueda tener en el tiempo por su significado y por su belleza.
5. ¿Cuál cree vd. que es el mejor itinerario educativo y de formación académica que debe seguir una persona que quiere dedicarse a la gestión cultural?
Creo que es importante tener una sólida formación académica, probablemente universitaria por el recorrido y la capacidad de análisis que, teóricamente, ofrece a los jóvenes estudiantes. Cualquier carrera relacionada con el arte, la historia, las ciencias sociales y las humanidades dan un poso, una formación que potencia la visión social y artística que esta profesión necesita. Además, creo que es importante que quien quiera dedicarse a la gestión cultural tenga sensibilidad por la cultura, por el arte, la lectura… Además, si esa formación académica fuera completada por el aprendizaje de una disciplina artística, ayudaría a que los gestores, los programadores, los promotores culturales hablaran “desde dentro”, conociendo los entresijos del sector y las especificidades de cada disciplina. En mi caso, el hecho de haber sido bailarina y de pertenecer a una familia muy vinculada a la música clásica me ha dado una sensibilidad especial para tratar con intérpretes y creadores, para intentar conocer y respetar profundamente a los artistas con los que he trabajado.
6. ¿Debe tener ciertas cualidades personales el especialista en gestión cultural? ¿Surgen muchos problemas que requieran de habilidades sociales, “mano izquierda” o de resolución en ese preciso momento?
Su pregunta va ligada a lo que le comentaba anteriormente. Creo que una de las cualidades que más se debería valorar es la sensibilidad. Por supuesto que es importante la gestión comercial, la rentabilidad y la obtención de beneficios, pero si pensamos en los artistas y en ofrecer al público una cultura que les enriquezca intelectual y emocionalmente, el resultado que se obtiene es muy distinto. Creo que es importante involucrarse en los proyectos y, en consecuencia, disfrutar con el trabajo que se realiza. En otro orden de cualidades, el gestor cultural, desde mi punto de vista, debe tener una gran capacidad de previsión, intuición y resolución, además de tener una visión global y del detalle al mismo tiempo, es decir, ser capaz de ver el todo y las distintas partes a la vez. Aunque, por mi experiencia, la cualidad que más debería valorarse es la adaptación al cambio. Cuando se trabaja con personas, algunas veces con genios, “en directo”, no se puede actuar con un guión estricto; hay que estar continuamente alerta para reaccionar ante cambios de programa, climatología, situaciones inesperadas, contratiempos, etc., y aportar soluciones al momento. En el desarrollo del acto cultural, el tiempo de reacción suele ser muy escaso y la toma de decisiones tiene muy poco margen, por lo que, en consecuencia, la previsión, en la etapa de ideación y creación de los proyectos, y la flexibilidad, en la fase de producción, son cruciales: llevar todo lo más atado posible, para estar abierto al cambio y resolutivo ante los imprevistos.
7. ¿Cree que hay paridad en este sector? Mójese un poco. ¿Tienen mejores cualidades para este tipo de gestión los hombres o las mujeres?
Creo que ocurre lo mismo que en cualquier otro sector: hay mayor número de mujeres en puestos administrativos, de gestión y como mandos intermedios, pero los altos mandos están ocupados por los hombres. Pienso que tradicionalmente es una profesión realizada por mujeres pero liderada por hombres. Paradójicamente, yo he desarrollado mi carrera profesional de la mano de Paloma O’Shea, Presidenta de la Fundación Albéniz, una mujer con una gran fuerza y sensibilidad y una dedicación, yo diría que casi vital hacia la música y los músicos de manera altruista, pero no es habitual encontrarse con mujeres así.
8. Aparte de la especialización adecuada ¿Qué otro tipo de conocimientos complementarios como la informática o los idiomas son necesarios en este terreno profesional?
Cualquier formación complementaria siempre viene bien. Desde hace unos años hay universidades que ofrecen diferentes Master en gestión cultural y del patrimonio, lo cual también ofrece una visión teórica previa a la experiencia profesional sumamente enriquecedora. Por supuesto, hoy en día, no se puede hacer casi nada sin la informática y sin hablar inglés bien. Pero en este caso, incluso el inglés es poco. Los proyectos culturales se mueven de unos países a otros porque la cultura no tiene idioma, porque las manifestaciones artísticas no necesitan ninguna lengua porque el arte en sí mismo es su modo de expresión, pero los intermediarios sí lo necesitan. Hoy en día es muy habitual que el gestor cultural tenga que tratar con artistas, agentes o productores de cualquier parte del mundo, por lo que es fundamental, además de dominar el inglés, hablar perfectamente otro idioma, alemán, francés o incluso chino. En este campo, los idiomas son un valor añadido, sin duda.
9. Un consejo para aquellos estudiantes que deseen dedicarse en el futuro a la gestión cultural.
Creo, sinceramente, que es una de las profesiones más bonitas que existen. Puede analizarse desde una doble vertiente: por una lado, los programadores permiten que las inquietudes artísticas de sus protagonistas puedan desarrollarse; hace posible que actores, bailarines, músicos, artistas de circo, pintores, escultores y artistas plásticos en general, escritores y teóricos pongan a disposición del público su talento, además de promocionar múltiples corrientes y movimientos y, cómo no, contribuir a la difusión de la cultura española a través de sus diferentes formas de expresión. Por otro lado, y tan importante como la anterior, a través de la gestión cultural, los que nos dedicamos a ello, “gestionamos” el tiempo de ocio de las personas, ofrecemos alternativas para el enriquecimiento personal de los amantes de la cultura y el arte y ésta es una manera de contribuir a su felicidad personal. Creo que, como cualquier otra carrera, si se realiza desde la calidad humana y el rigor profesional ofrece muchas satisfacciones. Es un trabajo en el que se disfruta en cualquier momento del proceso, desde su ideación hasta la bajada del telón y los aplausos!!
10. Para terminar viendo su doble titulación y formación: ¿cómo ve su futuro próximo? ¿Vinculada a la danza o a la gestión cultural?
Mi meta siempre ha sido poder vincular ambas carreras y poder ejercer mi labor profesional como gestora cultural en el mundo de la danza. En cualquier caso, no es una tarea fácil; en España se programa muy poca danza y de forma puntual. La realidad es que son muy pocas las compañías privadas que pueden presentar un espectáculo nuevo cada temporada, pues las ayudas, aunque cada día mayores, son todavía escasas. Incluso las compañías de danza públicas (tanto locales, como las de las diferentes comunidades autonómicas y las estatales) no llegan a estar “en cartel” como lo hacen en países centroeuropeos, en Gran Bretaña o en Estados Unidos, donde es posible ver a una misma compañía entre 250 y 300 días al año, con dobles elencos y espectáculos para públicos diversos. De todas maneras, y volviendo a su pregunta, en un futuro me gustaría verme dedicándome a la gestión cultural en cualquiera de sus versiones artísticas, artes escénicas, plásticas…, y continuar vinculada a la danza a través de la docencia, en pequeñas dosis, claro, como he conseguido hacer hasta ahora.