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	     |  |  5.
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	   		  |  Las grandes potencias europeas.
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	   		  | La Alemania bismarckiana |  
	   		  |  |  
			    |   Después
                  de protagonizar la unificación alemana, el canciller Otto von
                  Bismarck dirigió el nuevo Estado, en teoría federal y democrático,
                  pero en realidad un imperio autoritario y centralista, con predominio
                  prusiano. 
 Bismarck consiguió que Berlín fuera el centro de la diplomacia europea de su tiempo. Su actividad se orientó a lograr la hegemonía alemana y a evitar la revancha francesa, aislando a esta potencia mediante juegos de alianzas denominados sistemas bismarckianos, respaldados por una política de fuerza o realpolitik. Su mayor logro lo alcanzó con la firma de la Triple Alianza (1882) entre Alemania, Austria-Hungría e Italia.
 
 Frente a este bloque, tras la dimisión de Bismarck, Francia respondió con la formación de la Entente Cordial (1904) con Inglaterra, a la que se añadiría Rusia con la firma de la Triple Entente (1907). De esta forma, cualquier conflicto entre naciones corría el peligro de implicar a toda Europa, como sucedió al estallar la Primera Guerra Mundial.
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