Desde el 20 de septiembre de 1873 al 2 de enero de 1874, Castelar intentó resolver el caos político y social mediante un sistema autoritario, suspendiendo las garantías constitucionales.
Las diferencias políticas en las Cortes y las rencillas personales se acentuaron, y una coalición de federalistas dejó a Castelar en minoría. En nombre del orden y la salvación nacional, el general Pavía entró con sus tropas en las Cortes republicanas y las disolvió el 3 de enero de 1874.
Se formó entonces un nuevo gobierno provisional presidido por el general Serrano, cuya misión inicial era la de salvaguardar la República, de la misma forma que Mac Mahon lo había hecho en Francia. Pero la guerras cubana y carlista, así como los problemas hacendísticos, desacreditaron la postura republicana y comenzó a imponerse una opinión favorable a la vuelta de los borbones, alentada por Antonio Cánovas del Castillo.
El 1 de diciembre de 1874 el futuro rey Alfonso XII, hijo de Isabel II en quien la reina había abdicado en 1870, firmaba un manifiesto a la nación desde Sandhurst (Inglaterra), y el 29 el general Martínez Campos daba un golpe de Estado en Sagunto para su entronización, método que no agradó a Cánovas. En enero de 1875 fue recibido apoteósicamente en Barcelona y en Madrid.
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