KANT (1724-1804)
Emmanuel –posteriormente Immanuel- Kant nació el 22 de abril de 1724 en la ciudad báltica de Könisberg, a orillas del Pregel, que por entonces ostentaba la capitalidad de Prusia Oriental. (Hoy Könisberg es Kaliningrado y pertenece a Rusia).
Vino al mundo en el seno de una familia modesta. Su padre –Johann Georg Kant- era un humilde talabartero –artesano del cuero que fabricaba todo tipo de correajes-. Su madre –Anna Maria Reuter- destacaba por su fe pietista y su fervor religioso. Los padres de Kant tuvieron once hijos de los que sólo sobrevivieron seis, cuatro mujeres y dos varones. Sus hermanas se casaron también con modestos artesanos de la ciudad y su hermano estudió teología llegando a ser párroco de Curlandia (Letonia).
A los seis años comenzó su asistencia a la escuela y, a la edad de ocho años y gracias a la ayuda de un tío suyo, ingresa en el Collegium Friedericianum el mejor Gymnasium –centro educativo de enseñanza secundaria- de todo Könisberg. El Collegium Friedericianum estaba dirigido por Albert Schultz, amigo de la familia de Kant y fervoroso pietista.
Al finalizar sus estudios en el Gymnasium con un excelente latín, un mal recuerdo y una visión muy pesimista de la naturaleza humana y, además, sin que sus maestros hubieran sabido encender en él la más mínima chispa de fuego filosófico ingresó en la facultad de filosofía de su misma ciudad. Corría el año 1740 y Kant tenía dieciséis años.
En dicha facultad se impartían asignaturas de hebreo, matemáticas, griego, lógica, metafísica, filosofía práctica, poesía, elocuencia e historia. Además, asistió a las lecciones de teología que impartía su antiguo director y amigo familiar, Schultz, y a las de ciencias naturales que corrían a cargo de Martin Knutzen quien le introdujo en el estudio de las obras de Wolff y Newton y puso a disposición del joven alumno su magnífica biblioteca personal.
En 1746, a la edad de 22 años, presentó al decano de la facultad su primer escrito intitulado Pensamientos sobre la verdadera apreciación de las fuerzas vivas en el que intenta conciliar las posiciones de Descartes y Leibniz sobre la medida de las fuerzas de los cuerpos en movimiento. Este escrito inspiró el siguiente epigrama de Lessing:
Kant emprende una difícil tarea
para ilustrar al mundo:
calibra las fuerzas vivas,
olvidándose de hacerlo con las propias.
En este mismo año (1746) obtiene el título de magister y su precaria situación económica, motivada por la muerte de su padre un año antes, le obliga a abandonar sus estudios para verse obligado –hasta los treinta y un años- a ganarse la vida como preceptor privado en casas de campo de los alrededores de Könisberg y, muy particularmente, en la casa de la condesa von Kayserling de la que Kant siempre guardó un buen recuerdo.
En 1755 adquiere el grado de doctor con una tesis titulada De igne (Sobre el fuego) y, en ese mismo año, consigue la venia legendi que le habilitaba para poder enseñar en la universidad como Privatdozent (Profesor privado) con el trabajo Principiorum primorum cognitionis Metaphysicae nova dilucidatio (Nueva dilucidación de los primeros principios del conocimiento metafísico).
Pero su nueva situación no acabó con sus problemas económicos ya que el Privatdozent sólo recibía remuneración de sus alumnos, no de la universidad. En consecuencia, al tener pocos alumnos, se vio en la obligación de aumentar el número de sus clases llegando a impartir de dieciséis a veinte horas semanales –sobre las más diversas materias: lógica, metafísica, moral, antropología pedagogía, matemáticas, geografía y, hasta mineralogía- y, con el fin de completar su escaso sueldo asumió, además, el puesto de ayudante de biblioteca.
En esta situación permaneció quince años. Cuando quedó vacante la cátedra de poesía de Berlín se la ofrecieron pero la rechazó. Lo mismo ocurrió con las de Erlangen y Jena. El motivo de sus múltiples rechazos eran algunas de las obligaciones que dichas cátedras suponían y que le desagradaban particularmente: censura de obras literarias y componer poemas en alemán y latín para ciertos eventos.
En 1770, con 46 años, consigue la cátedra de lógica y metafísica, al pasar su colega Buck a la cátedra de matemáticas, con la disertación que llevaba por título De mundi sensibilis atque intelligibilis et principiis dissertatio (Disertación sobre la forma y los principios del mundo sensible y del mundo inteligible).
Este escrito –conocido como Dissertatio- aunque se sigue moviendo dentro del racionalismo es precursor de la Crítica de la razón pura conteniendo ya algunas de las tesis esenciales de esta última. (El propio Kant lo reconoció así, cuando en 1797 solicita que la edición de sus obras comience por la Dissertatio y que no se incluyan sus escritos anteriores).
La toma de posesión de la cátedra le aportó la anhelada estabilidad económica que le permitía, al fin, dedicarse de pleno a la filosofía.
A partir de entonces, y durante casi once años, se dedicará intensamente a la reflexión y elaboración de su filosofía trascendental, sin publicar nada, apartándose progresivamente del racionalismo. Dicha reflexión cristalizará, por insistencia de sus amigos, en la primera de sus grandes obras, la Crítica de la razón pura que publicó en Riga en 1781.
La obra de Kant pasó sin pena ni gloria salvo para Schütz, profesor en Jena, y sus discípulos.
Kant se convenció de que la mayoría de los que la habían leído completa –y eran pocos- la encontraron incomprensible y aburrida. Pensó que si lograba abreviarla y condensarla, obtendría un reconocimiento mayor. Así, dos años más tarde (1783), publicó los Prolegómenos a toda metafísica futura que haya de poder presentarse como ciencia. Pero, contrariamente a su intención, la suerte de esta obra fue similar a la que había tenido la Crítica.
Dos de sus escritos menores, pero importantes, ven la luz en 1784: Ideas para una historia universal en intención cosmopolita y Respuesta a la pregunta: ¿Qué es la Ilustración?
En 1785 publica la Fundamentación de la metafísica de las costumbres, obra de carácter divulgativo, en la que intenta exponer los fundamentos de la moralidad –la segunda parte de su proyecto crítico-.
Al año siguiente (1786) sale de imprenta su obra Los principios metafísicos de la ciencia de la naturaleza que prolonga algunos de los temas de la Crítica de la razón pura.
La segunda edición –corregida y con un nuevo prólogo- de la Crítica de la razón pura es publicada en 1787. A partir de aquí, su pensamiento empieza a ser bien acogido, hasta el punto de convertirse en uno de los pensadores de mayor influencia en Alemania.
En 1788 publica su segunda gran crítica, la Crítica de la razón práctica en la que ya expone de un modo más técnico y riguroso el uso práctico o moral de la razón del cuál ya había hablado al gran público en la Fundamentación de la metafísica de las costumbres.
Su tercera crítica, la Crítica del juicio aparece en 1790 y se ocupaba de la teoría del gusto y de la teleología.
En concordancia con las indicaciones que sobre la religión aparecen al final de la Crítica de la razón práctica y con los resultados de esa investigación edita en 1793 su particular visión de la religión en la obra La religión dentro de los límites de la mera razón.
Con el transcurso de los años su fama fue creciendo llegando a ser miembro del senado universitario, rector y decano de la facultad de filosofía, académico en Berlín, San Petersburgo y Viena.
Los últimos años de su vida no estuvieron exentos de problemas. Al morir Federico II el Grande y llegar al poder Federico Guillermo II, éste colocó como ministro de enseñanza y cultos aun tal Wolner que le amonestó tras la publicación de la segunda edición de La religión dentro de los límites de la mera razón. Kant no se retractó pero, a fin de evitar problemas, tomó la decisión de no publicar ni enseñar nada sobre temas de religión hasta la muerte del rey.
Durante estos años publicó: La paz perpetua (1795) y La metafísica de las costumbres (1797).
En este mismo año (1797) se ve obligado a abandonar la docencia por problemas de salud.
Tras la muerte del rey (1797) logró ver la luz El conflicto de las facultades (1798), obra en la que discute la relación entre teología, filosofía y razón práctica.
Algunos de sus cuadernos, que recogían sus lecciones o notas de clase, fueron publicados en vida de Kant bajo su propia supervisión. De entre ellos hay que destacar su Antropología en sentido pragmático (1798) y su Lógica (1800).
Hasta su muerte estuvo trabajando en su última obra que se iba a titular Tránsito de los principios metafísicos de la ciencia natural a la física. A su muerte, se encontraron los trece cuadernos que componían su última e inacabada obra y no fueron publicados hasta 1920 por E. Adickes bajo en título Opus postumum.
A partir de 1899 se fue debilitando y comenzó también a decaer su vigor intelectual. En 1803 perdió la vista. Y el domingo 12 de febrero de 1804 exhaló su último aliento mientras musitaba: ”Es ist gut„ (“Está bien”). –Curiosamente las mismas palabras de Jesús en la cruz.
Al cumplirse el centenario de su muerte en la catedral de su ciudad natal, en la que recibió sepultura, se le construyó una nueva tumba sobre la que se inscribió el siguiente epitafio, sacado de la Conclusión de la Crítica de la razón práctica que quizás resuma la grandeza de este hombre que, aunque físicamente no abandonó en su vida su ciudad natal y alrededores, llegó a conocer y a comprender algo de la grandeza, belleza, majestuosidad y belleza del espectáculo de lo real y de sus exigencias cotidianas y que, en el fondo, demostró, que el mejor viaje no es visitar lugares o países exóticos y maravillosos, el mejor viaje es el de dedicarse a lo importante, lo absolutamente importante: “Dos cosas llenan el ánimo de admiración y respeto, siempre nuevos y crecientes, cuanto con más frecuencia se ocupa de ellas la reflexión: el cielo estrellado sobre mí y la ley moral en mí”.