"La
metafísica de Aristóteles depende de la de Platón, pero
está constituida de un nuevo modo. Porque Aristóteles rechazó
la validez de la "dialéctica" del ideal-realismo de Platón
para trascender el mundo sensible, múltiple y en devenir, temporal y
finito, que nos muestra la experiencia humana. Sin embargo, no renunció
a esta aspiración a llegar a lo suprasensible (...).
A pesar de esta crítica al platonismo de Aristóteles, con Platón
la metafísica tomaba un camino inexpresado, en el que se considera que
lo que conocemos por el pensamiento sobre las cosas constituye lo que ellas
tienen de verdadero auténticamente, fruto de la toma de conciencia por
parte de Platón de lo que es pensante y espiritual; es decir, fruto de
tomar a las cosas no en su inmediatez, sino en la forma del pensamiento.
Por esta línea, en Aristóteles se da la definitiva toma de conciencia
de que el pensar es un "decir del ente". Y, con ella, advirtió
que el ente se dice de muchas maneras, es decir, pudo descubrir la analogía,
que quedó así posibilitada por la abstracción.
Sobre estas nuevas bases se pudo construir la metafísica, asegurando,
por un lado, la superación de la contingencia y relatividad del conocimiento
sensible, y, por otro, el llegar a lo suprasensible. Después de las vacilaciones
de la escolástica musulmana, con su recepción por parte de Santo
Tomás, la metafísica adquiere ya una mayor riqueza y profundidad
en su constitución, lo que permite asegurar definitivamente la afirmación
de lo suprasensible"
(FORMENT, E., Introducción a la metafísica,
Barcelona, Ediciones Universidad de Barcelona, 1984, pp. 19-22).
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