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John Stuart Mill fue ante todo un filósofo de combate. Quizás sea de esos pensadores que intentan mostrar que la Filosofía, lejos del parecer general, es la menos abstracta –en el sentido de lejana de la realidad- de las ciencias. La filosofía es compromiso con el mundo cotidiano.

Algunos de los problemas que abordó Mill siguen siendo de candente actualidad: su modelo ético –ampliamente difundido y aceptado por gran parte de nuestros contemporáneos- , sus reflexiones acerca de la libertad, de la condición de la mujer, de la democracia y sus reflexiones acerca de la utilidad de la religión en los tiempos que corren.

Intentaremos dar un repaso breve a las grandes afirmaciones de Mill pero le recomendamos que se acerque a la sección de alumnado y tenga acceso a una información algo más desarrollada de sus tesis fundamentales.

En Un sistema de Lógica , Mill acepta la doctrina tradicional que considera que las proposiciones describen el mundo.

En una proposición los nombres están unidos por una cópula siendo éstas afirmativas y negativas. El significado de una proposición – su importación ( import )- es determinado por la connotación de sus partes con la sola excepción de los nombres propios en cuyo caso el significado viene dado por la denotación.

Allí donde la importación de una proposición es dada por la connotación su verdad o falsedad es determinada por la denotación. Una proposición afirmativa es verdadera sólo en el caso de que la cosa o cosas denotadas por el término sujeto estén en la clase de las cosas denotadas por el término predicado. De cualquier otro modo es falsa.

Las cosas y sus atributos se comportan de tal forma que respetan siempre el principio de contradicción y el de tercio excluso. Es decir, no puede darse una proposición que sea al mismo tiempo verdadera y falsa. Pero esto no quiere decir que se den relaciones necesarias entre las cosas. Las cosas y sus atributos son lógica y ontológicamente independientes.

Por lo tanto, la validez de dichos principios reside en que son meros hechos del mundo y de las cosas del mundo. Es decir, las cosas funcionan así.

Esta argumentación tiene consecuencias inmediatas sobre la lógica. Para Mill, la necesidad que expresan las leyes y los razonamientos deductivos en el fondo, no es tal. La necesidad de los primeros principios y la deducción, que se fundamenta en ella, son solamente probables pues su fundamento es la inducción . En el fondo, toda lógica es inductiva.

Mill dice que las leyes naturales son las mínimas proposiciones universales que pueden explicarnos el orden del mundo, su constancia y su regularidad.

De entre éstas destaca la ley de causalidad. Ella es el pilar de la ciencia inductiva. Todos los fenómenos de la naturaleza deben tener una causa invariable e incondicional. Éste principio no es a priori –recordemos que Mill es empirista- sino inductivo y suponemos su verdad universal. A saber, en la experiencia ordinaria encontramos que cada suceso tiene una causa y cuando realizamos un estudio científico de la naturaleza, lo damos por supuesto. Estamos convencidos de que encontraremos siempre conexiones causales. Es, en definitiva, un principio cuya verdad absoluta es injustificable teóricamente pero que la necesidad práctica obliga a suponer.

En el sexto libro de Un sistema de Lógica nuestro autor aborda el problema de las ciencias morales.

Pero, ¿qué entiende por ciencias morales?

 

Son aquellas ramas del saber que guardan relación con el hombre, siempre que a) no tengan un carácter estrictamente normativo y b) no puedan clasificarse como partes de la ciencia física.

¿Qué ciencias entran dentro de la clase ciencias morales?

 

La Psicología, la Etología o ciencia de la formación del carácter, la Sociología y la Historia (parte de la sociología general).

En Examen de la Filosofía de Sir William Hamilton nuestro autor aborda dos temas de gran interés para la comprensión de su pensamiento: el mundo exterior y el yo.

Frente al intuicionismo de Hamilton, Mill se posiciona al lado de Hume. Al igual que éste reconoce que creemos instintivamente en la existencia del mundo exterior.

Pero se esforzará en explicar tal creencia psicológicamente. Nosotros captamos sensaciones y éstas se agrupan en nuestra mente conforme a diversas relaciones causales. Así, tenemos distintos racimos de sensaciones. Estos agrupamientos nos llevan a pensar en la posibilidad permanente de las sensaciones como si fueran un objeto físico permanente.

Su noción de mente (yo) sigue los mismos parámetros que la del mundo exterior. La mente es simplemente una sucesión de múltiples sensaciones que se han denominado ‘estados o modificaciones de la mente'. Pero, creemos en la mente (yo) como algo permanente. En este sentido se podría definir como la posibilidad permanente de los estados mentales.

La obra que se ocupa del pensamiento ético de Mill es El Utilitarismo .

El principio que fundamenta la moral es la utilidad o principio de la máxima felicidad y dice que las acciones son buenas en cuanto tienden a promover la felicidad y malas en cuanto tienden a producir lo contrario a ella.

¿Qué se entiende por felicidad? Placer y ausencia de dolor.

La moral que propone Mill no es egoísta porque la felicidad que hay que buscar no es la propia sino la mayor felicidad del conjunto de los seres humanos.

Este modelo ético es de gran actualidad. La felicidad de la mayoría es lo que cuenta. Pero presenta graves problemas: ¿Se puede utilizar a la minoría, aunque sea una sola persona en razón del bienestar mayoritario? ¿Qué se entiende entonces por dignidad humana? ¿Qué es entonces la persona?

Mill aborda sus reflexiones sobre la libertad civil del hombre en la obra que él consideraba como fundamental y que fue escrita en colaboración con su esposa: Sobre la libertad .

El principio de utilidad exige que todo hombre sea libre para desarrollar sus capacidades conforme a su propia voluntad y criterio siempre y cuando no obstaculice la libertad de los demás.

Esta libertad no sólo asegura el desarrollo del individuo sino también el de la sociedad ya que ésta se enriquece más en la medida en que sus miembros sean más libres.

La libertad sólo debe ser restringida en la vida social pero en lo que concierne sólo al individuo es absoluta. Sobre sí mismo, sobre su propio cuerpo y mente, el individuo es soberano.

La restricción social de la libertad debe ejercerse sólo cuando haya un definido daño o un definido riesgo de daño para un individuo o la comunidad. Si no lo hay, la sociedad no debe inmiscuirse en la libertad privada del individuo ya que los juicios de la mayoría acerca de lo que es beneficioso para el individuo no son infalibles.

La doctrina de Mill sobre la libertad civil se concreta a nivel político en las reflexiones que desarrolla en su escrito Consideraciones sobre el gobierno representativo .

La mejor forma de gobierno será aquella en la que la soberanía resida en el conjunto de la comunidad social. Cada ciudadano debe tener voz y formar parte del gobierno local o nacional en la función que sea. Así, el mejor gobierno es la democracia.

Mill considera que la mejor forma de gobierno democrático sería la democracia directa pero esto es imposible salvo que las comunidades fueran muy pequeñas. Por ello, hay que optar por una democracia representativa.

En la democracia representativa existe el peligro de que las mayorías opriman a las minorías produciéndose así un atentado contra la libertad individual. Es necesario que las minorías estén representadas por lo que hay que establecer un sistema de representación proporcional.

Pero el sufragio universal -incluyendo a las mujeres- y la representación proporcional deben ir acompañados de un proceso educativo que enseñe el respeto genuino a la libertad individual y a los derechos de todos los ciudadanos, sea cual sea su raza, religión o condición social.

Esto no quiere decir que el Estado no deba intervenir restringiendo la libertad individual. Ya vimos más arriba que Mill considera que las restricciones sólo deben darse cuando la libertad individual atenta contra la de los demás.

Pero, ¿cuándo atenta contra los demás? Es decir, ¿cómo se definen los daños y los riesgos? Aquí llegamos a uno de los grandes problemas del utilitarismo de nuestro pensador.