1. Educación moral y cívica: El método
científico, si es bien utilizado, fomenta la honradez como virtud moral
indispensable para la investigación de la realidad. Además, establece
el cultivo del diálogo entre los miembros de la comunidad científica
y el compromiso con el mundo que les rodea.
2. Educación para la paz y la cooperación internacional: Si la ciencia
lo es auténticamente debería ser movida no por la idea de poder
sino por la idea de servicio y cooperación entre los pueblos para alcanzar
el desarrollo de todos los pueblos y la paz internacional.
3. Educación para la igualdad de sexos: Se puede fomentar acercándonos
al conocimiento de las investigaciones científicas hechas por mujeres y
hombres en comunidad. Por ejemplo, el matrimonio Curie. (Cómo ya indicamos
en la unidad 2).
4. Educación ambiental: La ciencia siempre tiene como objeto de estudio
la realidad empírica que se da en el mundo que nos rodea. Por tanto, la
ciencia empírica debe, si realmente intenta conocer sus objetos, promover
su preservación y su utilización racional al servicio del bien común
y no al servicio de intereses particulares.
5. Educación para la salud y la educación sexual: El desarrollo
de la ciencia nos debe ayudar a valorar positivamente todos sus logros y sobre
todos los referentes a la salud y al aumento de calidad de vida del género
humano.
6. Educación del consumidor: Como indicamos en la unidad 2, el método
científico nos tiene que ayudar al progreso y a saber que progreso no es
igual a consumir.