La filosofía no nos sirve para levantar edificios, construir carreteras
o fabricar aviones. Pero sí nos ayuda a descubrir cómo hay que
vivir humana y, por tanto, libremente en este mundo.
Todo hombre, en algún momento de su vida, se plantea las cuestiones filosóficas
que, por otra parte, son las más humanas.
¿Cuál es el sentido de mi existencia?: ¿quién soy?,
¿de dónde vengo?, ¿a dónde voy? Y...¿por
qué?.
Frente al primum vivere, deinde philosophare, podríamos decir que no
hay que vivir y después filosofar, sino vivir en profundidad filosofando,
y filosofar en profundidad viviendo entusiasmadamente lo que se filosofa.